Los pocos minutos que hemos estado en el ascensor y buscando la habitación, han sido un poco incomodos. Después de que el niño se equivocara de lado del pasillo, y fuéramos para la dirección contraria a la que se encuentra nuestra habitación, la hemos encontrado. Es enorme. Nada más entras, como no, tienes a la derecha los armarios, que son empotrados con puertas correderas de color mármol, y a la izquierda el baño. El baño es espacioso y grande. Nada más entras, en frente, te encuentras con un espejo enorme y su pica. Después a la izquierda esta la ducha, que tiene las puertas de cristal, vamos, que es transparente, y la alcachofa arriba en el techo. Y a la derecha, hay como un cubículo espacioso, para que no te de claustrofobia, donde está el retrete.
Volvemos a la entrada. Entonces tiras recto un mini pasillito, los típicos, y te encuentras con la habitación. Donde a la izquierda esta la cama de matrimonio, una cama de matrimonio muy grande, y enfrente de esta hay una mesa-escritorio. Y, por último, pero no menos importante, el balcón con unas vistas preciosas.
Estoy impresionada, es muy bonita la habitación. Lo primero que hago es abrir el balcón.
- Buah, que vistas por favor. Miami es precioso. No me creo que este viviendo esto. – me digo a mí misma flipando con las pedazo vistas. Me giro para entrar a la habitación veo al niño tirado encima de la cama con el móvil. Entro y me lo quedo mirando.
- ¿Qué quieres? – me pregunta sin despegar la vista de la pantalla.
- Sé que, puede, que hallamos empezado con mal pie, pero te sugiero que nos empecemos a llevar mínimamente bien, ya que tendremos que convivir durante un tiempo juntos en la misma habitación y entrenaremos juntos también. Bueno, juntos no, pero en el mismo espacio. – Al no hacerme caso, suspiro y me siento a su lado. Y continúa ignorándome.
- No quería hacerlo, pero... - Le cojo el móvil y lo guardo en mi pantalón.
- Eh, dámelo – me dice intentando cogerlo
- No hasta que me escuches – después de estar insistiendo, suspira y se sienta de nuevo en la cama, justo a mi lado, y hace un movimiento de cabeza para que empiece a hablar.
- Vale, me voy a presentar, tu no hace falta porque se conoce tu biografía todo el mundo, pero si quieres, pues no te callaré. Me llamo Natalia, vengo de Lleida y he decidido venir aquí, primero, por las experiencias que puedo vivir, segundo, porque mis amigas me animaron y medio obligaron, al principio, a venir y tercero, así podía olvidarme y evadirme de mis problemas.
- ¿Qué problemas? – me pregunta
- Cundo tengamos más confianza te los contare, por ahora te tendrás que quedar con la duda. – le respondo.
- Bueno, me imagino que ya sabes un poco de mi vida. Me llamo Pablo Martin Páez Gavira, mejor conocido como Pablo Gavi o Gavi. Futbolista del Barça que viene de la Masia y nacido en los Palacios y Villafranca en Sevilla. Una persona que le apasiona el futbol desde pequeño y que lucha por su sueño cada día.
- Ya lo sabía, pero igualmente, ahora nos hemos conocido un poquito más y podemos intentar llevarnos algo bien, un poquito bien, tampoco hace falta ser besties. – el asiente
- Ahora, ¿me das mi teléfono? – me dice. Me lo saco del pantalón y lo extiendo para dárselo. Cuando está a punto de cogerlo, lo aparta y lo escondo en mi espalda.
- Eh, hemos hecho un trato, dame mi teléfono. – dice intentando cogerlo.
- Me lo he pensado. – me rio- Mejor ven lo a buscar tu. – con eso me levanto de la cama y empiezo a correr por la habitación. El sevillano se da cuenta, se levanta y empieza a perseguirme. Hasta que me atrapa entre la puerta de la entrada y su cuerpo. Me intento escapar, pero el coge mis brazos y los pone encima de mi cabeza. Mis manos, con el móvil en ellas. Con una mano sujeta mis brazos y con la otra coje su teléfono y lo guarda.
- Vale, tu ganas, ahora, suéltame. – le digo. Nuestras caras están muy cerca la una de la otra. Siento su respiración acelerada en mi cara.
- No crees que no es justo que, habiendo hecho un trato, no cumplas con tu palabra, y yo ahora, ¿porque te tengo que soltar? - me contesta.
- Pues porque si, a parte, no tenemos ninguna apuesta para que me sueltes. – lucho para poder soltarme, pero, como no, tiene más fuerza que yo. – Va, te prometo que no te vuelvo a robar nada ni nada de nada.
- Eso tendrá un precio. – me dice un poco más cerca de la cara.
- ¿Y cuál es ese precio a pagar? – le pregunto. Justo empieza a sonar su teléfono.
- Eso tendrás que descubrirlo tu. – me suelta y atiende a la llamada.
- ¿Qué quiere decir eso? – le pregunto a su espalda, ya que se está yendo para el balcón. Se aparta un poco del teléfono.
- Ya lo adivinaras cuando llegue su momento. – patidifusa cojo el móvil y me voy a la habitación de las chicas. Que, justo, es la habitación de al lado.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
Buenas, este capitulo es un poco corto, pero es que lo he escrito en muy poco tiempo y, además, estoy de exámenes y trabajos hasta arriba. Pero igualmente intentare actualizar a tiempo.
Espero que os haya gustado. No os olvidéis de votar y comentar.
ESTÁS LEYENDO
El destino que nos unió // Fanfic Pablo Gavi
FanfictionLa oportunidad de ir a Estados Unidos y aprender a jugar al futbol, con los jugadores del Barça, surge. Ella se apuntó porque dos de sus amigas lo hicieron, pero ella no sabe los problemas que le causará, ni los sentimientos que vivirá en esta avent...