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Instituto católico de varones Jinju

Seúl, 1970

El mar de piernas uniformadas comenzó a dispersarse con el timbre, pero en el despacho de filosofía, un veterano apretaba la mandíbula debido al estrés acumulado. Odiaba la impuntualidad.

-¿Eres tú el joven interno de las prácticas?

El Profesor Lee Heeseung, veterano ya en lidiar con los jóvenes, lanzó una mirada de alta desaprobación al recién graduado, quien se irguió orgulloso con los hombros bien rectos y anchos, con sus gafitas cuadradas impolutas.

-Sí, lo soy -el graduado no le hizo una reverencia de respeto mínimo, y qué se podía esperar de los modales de la juventud de hoy en día....

-¿Y se atreve a llegar justo de tiempo el primer día de clase? -Heeseung se rió seco y sin gracia, y el nuevo interno ni siquiera sudó.

-Me he perdido al venir aquí, las carreteras que conectan el instituto son un rompecab...-

-Póngase las pilas, Park -escupió severo, disgustado con la actitud soberbia del más joven, ¿por qué no se disculpaba y ya?-. Coja sus cosas y le enseñaré mi primera clase -dijo mirando su reloj de coleccionista, caro como ninguno otro-. Tengo clase en menos de un minuto, mis alumnos no deben esperar -le echó una última mirada de advertencia-. Corra.

Park Jongseong sonrió falsamente para sus adentros. Tendría que lidiar con un profesor estricto y anticuado en su primera práctica. Heeseung ni siquiera le había dado una correcta bienvenida al despacho que estaría compartiendo con él, y aunque Jay no se sintió bien recibido, lo ignoró.

Heeseung parecía ser un profesor de la antigua escuela, totalmente opuesto a él.

-Pues vayamos, Lee -Park cogió elegantemente su maletín, y fingiendo educación y respeto por el otro, así los dos hombres marcharon hacia la clase de adolescentes.

Jay llamó la atención de algunos alumnos que se asomaron curiosos por las clases, y eso no le gustó a Heeseung, no cuando Jungwon se encontraba entre ellos.

...

-Empezaré la clase repartiendo los exámenes de la semana pasada -los zapatos de Heeseung hicieron tac tac tac por la tarima, paseándose mientras ojeaba los papeles corregidos, las ansiosas miradas de los alumnos hacia arriba, en él, justo como le gustaba-. Han salido todos bastante bien para lo poco que estuvimos repasando el temario -sonrió de forma profesional y luego señaló al interno con menosprecio, llevando la atención de la clase masculina al joven-. A partir de ahora tendremos un acompañante extra en la clase... Park Jongseong -escupió el nombre con algo de asco y una mueca tensa, haciéndolo trivial-. Y ya que ahora tenemos compañía, chicos... -su voz se pausó y se aclaró hasta ser suave como la seda-, intentaré no ponerme tan estricto.

Algunos alumnos profesaron risitas nerviosas y soñaron despiertos con lo seductor que a veces sonaba el Profesor Lee, pero al fondo, en una esquina de la clase, un alumno introvertido se estremeció con el comentario del profesor.

Jay se presionó el puente de las gafas con el dedo y aceptó un montón de exámenes que le dio. Se presentó breve y confiadamente mientras repartía los exámenes, y a la vez también ojeaba las calificaciones y las caras de los jóvenes. Todos estaban más que aprobados, y la peor nota parecía ser un siete.

Hasta que vio un examen que tenía un cero. Un cero más redondo que un bollo.

-¿"Yang Jungwon"? -dudoso, leyó en voz alta el nombre del alumno, y se acercó al pupitre del joven que levantó la mano. Tenía las facciones muy finas y delgadas, como si sufriera algún trastorno mental, llevaba el pelo un poco despeinado y un maquillaje muy sutil que agrandaba sus bonitos ojos. Parecía un minino, y Jay se preguntó cuántos años tendría aquel joven tan callado y etéreo, ¿tal vez diecisiete?, ¿teniendo mucha suerte, dieciocho? Le sonrió, un poco embobado al entregarle el examen-. Perdona, ¿has sacado un cero? -le susurró incrédulo, mirando al joven a través de sus gafas.

𝗰𝗹𝗮𝘀𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗿𝗲𝗳𝘂𝗲𝗿𝘇𝗼 | heewon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora