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El aire frío golpeó su rostro igual que una caricia helada. Su cabello cubría una parte de su frente y el vaho salía de sus labios con cada suspiro. El insoportable invierno había hecho su aparición bastante notable en la ciudad de Sídney desde hace varios días, pero esta vez era aún más  insoportable.

El tintineo de la campana se escuchó después de haber empujado la puerta de la cafetería haciendo que esta llamara la atención de las personas que estaban dentro, el clima era cálido adentro, las decoraciones eran retro y con tonalidades oscuras, pero daban la sensación muy hogareña.

Sus pasos eran lentos y algo cansados, mientras avanzaba se quitó los guantes de las manos y los guardo en uno de los bolsillos de su abrigo. Al llegar al mostrador se encontró con un rostro familiar y le dio una sonrisa.

—He prometido llegar temprano —mencionó el pelinegro antes de que el chico frente a él dijera algo.

—Lo has hecho, pero estás llegando diez minutos tarde —señaló Felix enarcando ligeramente la ceja derecha.

—El frío afuera es para morirse, sentía que con cada paso mis huesos se congelaban.

—Mejor ve por tu delantal y ayúdame —sugirió tratando de no reírse por el rostro que el pelinegro había gesticulado antes.

Christopher soltó una baja risa e hizo lo que Felix le dijo, entro al mostrador y dejó su mochila junto a la de Felix y fue por su delantal, pero antes de entrar de lleno a su hora laboral fue a lavarse las manos.

Al regresar vio como Felix estaba atendiendo a una pareja que acaba de llegar a la cafetería.

Joha Coffee, había abierto hace poco más de un año y había ganado popularidad en el barrio, pero debido a su ubicación podía ser difícil dar con él. Sin embargo, era bastante concurrido por personas que sabían del lugar.

—¿Quieres que prepare su orden? —preguntó Chris con un tono calmado.

—No, lo haré yo. De mientras encárgate de la barra.

—Claro.

Felix llevaba un poco más de tiempo trabajando en Joha por lo que conocía más del lugar y las formas en las que se hacían las cosas. Christopher no era un empleado reciente o primerizo con las cafeterías, pero Felix seguía teniendo más experiencia en Joha que él.

Ambos hicieron el cambio y mientras el rubio preparaba los cafés que la pareja había pedido, el tintineo de la puerta volvió a oírse, Christopher dejó de ver las pinturas de las paredes por un momento para prestarle toda la atención a su nuevo cliente.

A lo lejos pudo ver como una chica con un gorro negro se acercaba con pasos lentos. Muy lentos. Era como si cada paso le doliera.

—Bienvenida a Joha Coffee, ¿con qué puedo ayudarte? —preguntó gentil.

—Un café americano sin azúcar —musitó.

—¿Te gustaría acompañarlo con algún postre?

—No. Únicamente el café.

La chica dejó de ver al suelo y se encontró con la mirada del pelinegro. Christopher pudo notar un color rojizo en la mirada gris de la chica, como si hubiese estado llorando por horas.

Su mirada era cansada y apagada. Sus ojos no mostraban alguna emoción. Su semblante era suave, pero lleno de melancolía.

¿Qué le habrá pasado?, se preguntó.

El chico se dio cuenta de que la había observado demasiado cuando la castaña frente a él se aclaró la garganta. De manera rápida le tomó la orden a la chica, estaba por darse la vuelta para preparar el café, pero se detuvo al recordar que no le había pedido su nombre.

—Disculpa —dijo en un tono fuerte para que la chica que ya se había alejado se detuviera. Ella volteó apenas—. Necesito tu nombre para darte la orden.

—Belle. Mi nombre es Belle.

La castaña se dió la vuelta retomando su camino. Chris no lograba descifrar porque aquella chica había despertado cierto interés en él, mientras le preparaba el café muchas suposiciones rondaron en su mente.

Quizás fue su voz tan baja y cansada.

Tal vez fue su mirada vacía.

O fue la lentitud y pesadez de sus pasos.

—Café americano sin azúcar para Belle —llamó después de haber abandonado el mostrador para ir a hacer entrega de su pedido.

Felix ya había regresado al mostrador por lo que estaba un poco más tranquilo. El pelinegro no recibió alguna contestación, pero vio como una mano se levantaba apenas unos centímetros haciéndose resaltar.

Sin dudarlo se dirigió al lugar en el que ella estaba sentada. Belle tenía un libro viejo en el regazo y a su lado estaban unos audífonos de diadema junto a un pequeño reproductor de música.

—Disfruta tu café.

Él dejó la taza en la pequeña mesa que estaba justo frente a ella y le regaló una sonrisa amable, antes de recibir un silencioso agradecimiento por parte de Belle.

Christopher se alejó con pasos lentos de ella, pues sus pensamientos aún seguían molestándole un poco. Su curiosidad solía ganarle muchas veces, pero esa vez se contuvo al no querer preguntarle nada directamente a la chica de mirada gris.

Él sabía como un corazón roto debía ser tratado.

Your Tears Are Mine | ᶜʰʳⁱˢᵗᵒᵖʰᵉʳ ᵇᵃⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora