Que romántico.
Pensó.
Mierda, ¿por qué estaba haciendo ésto? Y peor aun, ¿por qué acepto la propuesta de su hijo -Bielorrusia- en hacer algo qué para NADA va con él?
Que tarado.
—¡oye, maldito viejo! ¿Me estas escuchando? — preguntó con el ceño fruncido.
—¿a quién carajos le dices viejo? — preguntó con tono molesto e indignado, ¿desde cuánto le falta así el respeto?
Jodidos niños. Volvió a pensar.
—a tí. Bien, supongo que no me escuchaste, pero resumiendo todo; vas, le pides una cita, me llamas, preparamos todo y tú de declaras. Fin. — con sonrisa de orgullo por su "maravilloso" plan dijo.
—debo de dejar que sigas viendo películas de romance. — comentó con susurro pero lo suficientemente fuerte para que Bielorrusia lo escuché.
—me ofendes pero lo dejaré pasar, ¿aceptas mi gran plan o no?
—ugh, ¿qué pasa si me dije que no?
—pues... Te jodes.
—prohibido volver a visitar a al fastidioso de tu abuelo.
—¿¡por qué!? ¡Viejo, no puedes prohibirme visitar al otro viejo! — gritó.
Y así siguieron por un parte de minutos, y el soviético cansado de esa tontería dió fin a la discusión simplemente yéndose del parque donde había quedado.
Maldición, maldición... ¿Ahora qué mierda haré? No tengo plan, no tengo lugar para visitar con él, ¡no tengo nada! Ahg, será mejor que lo dejé, al final de cuentas seguramente ya tendrá otra persona o country que le pidió...
Siguió caminando sin rumbo, perdido en sus pensamientos.
Ya era tarde, se fijó.
Caminó un poco viendo las distintas tiendas, él no se consideraba un fanático de comida rápida u algo por el estilo, preferiría comer algo en la tranquilidad de su casa y cocinada por él mismo.
Derrepente vió algo o mejor dicho alguien que hizo detener su andar, ahí estaba él, el chico que siempre domina sus pensamientos.
No iba perder la oportunidad de verlo y tal vez, solo tal vez pedirle una cita.
Es ahora o nunca. Se dijo internamente para entrar en esa pequeña pero cálida tienda de cafetería.
El olor repentino de café recién molido y pan hecho le abrió más el apetito.
Se sentó en una mesa y espero que lo atendieran, pronto la luz de la luna iba a ser su aparición y iluminar las desoladas calles a excepción de los carros que iban rumbo a su hogar después de otra jornada de trabajo.
El sol ya se estaba ocultando tanto un *arrebol hermoso, Urss siempre le gustó ver esos colores, eran una combinación hermosa.
(*arrebol: Color rojo de las nubes iluminadas por los rayos del sol).
—¡Señor! ¡Que gustó verlo! — una voz le sacó de sus pensamientos.
Mierda, es él.
No estaba preparado, no ahora.
—Señor Honduras, también es un gusto ver lo, ¿usted también vino por un café? «¡Carajo! ¡No! Todo el puto mundo sabe que él trabaja en esta tienda. Ahora me veré como un idiota»
Río —no, yo trabajó aquí, pero supongo que usted si quiere un café ¿o prefiere un té? — esa risa, esa sonrisa... Urrs se sentía desfallecer.
Con sonrojo furioso (que, gracias a Dios, no se notaba por su ya roja piel) y nervios a mil por hora respondió: — o-oh por supuesto, un café sin azúcar, por favor.
Con aún una sonrisa plantada en su cara fue a hacer el encargado, Urrs espero unos minutos para poder sacar el suspiro que estaba reteniendo.
Por todos los infiernos, ¿desde hablar con alguien es tan complicado?
Después de ese pensamiento se volvió a quedar en su mundo, ¿estaba haciendo lo correcto? Tal vez ¿y si lo rechazaba? ¿Tenía que haber aceptado la propuesta de su tarado hijo? ¿O sí-...?
No pudo seguir con su línea de pensamiento por que una mano en su hombro lo detuvo.
—Aquí está su café sin azúcar señor.
Diablos, ¿tanto tiempo estuvo en su mente?
—Gracias señor Honduras — con sonrisa en su rostro lo agarró y bebió.
Así pasaron las horas, entre pláticas y roces de manos que lo volvían más nervioso, iba increíble.
—¡Jaja, oh Dios! ¿En serio hizo eso? — entre carcajadas y respiros entre cortados se le dificultó acabar la frase.
—Ujum, lo tuve que castigar dos semanas.
Urrs lo admiró, su amor por él iba a otro nivel que un simple "te amo", no, el haría de todo para seguir viendo esa cara llena de felicidad y risa que era una melodía. No le importaba mucho no ser el causante de sus sonrojos y nervios, con tal de que fuera feliz él también lo sería.
No se dieron cuenta de la hora que era, y cuando por fin su atención se volvieron al reloj ya eran pasadas de las ocho. Bielorrusia lo iba a matar.
—¿uh? ¿Qué pasa? — preguntó el estrellado para voltear a ver lo que con impresión captó la vista del contrario — ¡verga! ¡Es re tarde!
Se levantó rápidamente de la silla y fue a inspeccionar su celular, y para alivio de este, no tenía ninguna llamada o mensaje de sus hermanos.
—Fiu, ya pensaba que era hombre muerto.
Y Urss recordó el por qué vino aquí en primer lugar, quería pedirle una cita.
—Oh- eh, Señor Honduras quería pedirle algo..
—¿Ah? Oh sí sí, cuéntame ¿qué querías? — con ojos llenó de curiosidad vió a su acompañante.
Urrs nunca se sintió tan pequeño ante una mirada.
—Quería pedirle si me da el favor de...
٭٭٭٭٭٭
Tardísimo.
Esperen para la segunda parte, adiós.
Pd: ¿les gusta mi manera de narrar? (Respondan porfa).
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