Un Giro Inesperado

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Jin Guangyao entendía su destino era pelear en el ataúd con el cuerpo de Nie Mingjue hasta que su alma fuera consumida o desapareciera por efecto de los rituales para evitar reencarnara, una persona como él jamás recibiría segundas oportunidades como los de alta sociedad, quienes cometían terribles actos una y otra vez, pero eran perdonados. El hecho de ser un bastardo hijo de prostituta lo perseguiría hasta el final, y así de mierda era su destino.

Entonces, ¿Por qué volvía a sentir la suavidad de unas sábanas cálidas, y su pecho otra vez llenarse de oxígeno?

Incluso podía percibir sus párpados luchar por acostumbrarse a los tenues rayos del sol viniendo de algún lado indistinguible. Pero eso no fue lo más impactante.

Sino estar durmiendo entre los brazos de alguien terriblemente familiar, y tuvo que esforzarse para no saltar de la cama igual a un gato asustadizo. Reflexionó, manteniendo la calma, y abrió los ojos, encontrándose sobre un dormido Nie Mingjue totalmente desnudo, luego barrió el lugar con su mirada, entendiendo estaban en la misma cabaña junto al lago donde solían tener “ciertos encuentros” antes que se volvieran enemigos jurados.

Tensando los labios, Jin Guangyao, aún llamado “Meng Yao” por aquella época, entendió había vuelto atrás en el tiempo de algún modo desconocido. Y como el gran estratega que era, se adaptó a la situación rápidamente, evaluando sus pros y contras.

No podía bajar la guardia ante Nie Mingjue. Si él volvió del modo que halla sido, atrás en el tiempo, temía también pudiera ser su enemigo tuvo el mismo destino. Y pensando en ello, se levantó de un salto, lamentandose cuando cayó de rodillas al suelo por el dolor en su espalda y cintura.

Parecía llegó justo a aquella vez que perdió la castidad con Nie Mingjue...

—¿Necesitas algo, Meng Yao?– De pronto, la voz gruesa del líder irrumpió dentro los oídos del menor.

“Meng Yao” tensó los labios, incapaz articular palabra.

—¿Qué más te sucede?– Inquirió Nie Mingjue, frunciendo el ceño severamente, mientras con sus manos da un masaje en las caderas de su pareja.

Jin Guangyao, ahora habiendo digerido volvía a ser Meng Yao, le costaba mantener la misma actitud de aquel entonces. Repentinamente quien terminó siendo su enemigo y la persona que más odiaba, ahora había vuelto a ser aquel hombre tan rudo como atento, que le juraba se mantendría a su lado y lo cuidaría en las buenas y en las malas.

Fué justo cuando le transmitió esas palabras hacía muchos años (o unos días en el caso de lo que ahora era el presente), que terminó siguiéndolo a esa cabaña cerca del lago secreta, y permitió Nie Mingjue lo tomara por dos días enteros.

Sonrió, sintiendo irónico Nie Mingjue se sintiera utilizado, como si él no lo hubiese amado con la misma devoción en ése tiempo.

—Llevamos dos días haciéndolo, y fué mi primera vez– Replicó manteniendo su voz amable, ocultando su cara en la almohada para disimular su sonrisa llena de sorna. Podía sacarle mucha ventaja a la situación– Sólo estoy cansado, A-Jue.

Al oír las palabras “primera vez”, inesperadamente el líder Nie tosió nerviosamente, cruzando los brazos. Su expresión se tornó dura, pero el sonrojo en las mejillas no ayudaba.

—¿Hay algo quieras comer, Yaoyao?

“Meng Yao” se estremeció, inquieto, sintiendo ése viejo apodo lo más escalofriante que pudiera existir, aunque fuera muy común para éste Nie Ningjue llamarlo así en privado. Por suerte, el mayor creyó fue efecto del dolor en las caderas.

—Pastel– Dijo a medias Meng Yao.

El líder asintió, y se inclinó sobre su pareja, para dejar un suave beso en la nuca del contrario, antes de salir a buscar algún pastel.

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