🍪 desayunos 🍪

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♥︎︎∗︎*゚Rubckity. ゚*∗︎♥︎︎

Quackity no sabía por qué se había acostado con Rubius

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Quackity no sabía por qué se había acostado con Rubius.

¿Alcohol? Ya había tomado en exceso antes y nunca se acostó con nadie.

¿Celos? No sabía.

¿Atención? Siempre buscaba atención, pero esto era demasiado.

¿O era por qué Rubius fue siempre su amor imposible? Era aquel quién se rindió el primer día que lo vio junto a Vegetta hablando y tratándolo como un hijo de ambos, esa vez se había tragado sus sentimientos y los ocultó hasta sentir que no había nada, convirtiéndolo en rencor por todas las minas, bromas pesadas y palabras hirientes que le dijo. Se había resignado y más cuándo vió a Luzu coquetear levemente con el oso, pero aquello le hizo entrar en razón. Y es que, realmente nunca fue Luzu, si no la atención de Luzu, y siempre era Rubius viendo a todos menos a él.

No, fue el alcohol. Definitivamente no era la mierda que eran sus sentimientos y su instinto de evitar a todo aquel que lo vuelva a traicionar.

El mexicano soltó un bufido, resignado por todo lo que había pensado y ya sólo se dedicó a ver la escena mientras buscaba sus boxers. Yacía al otro lado de la cama la predominante figura de Rubius, podía observar como su pecho subía y bajaba con parsimonia, la boca estaba entre abierta y podía ver sus colmillos asomarse; sus orejas estaban moviéndose sutilmente, posiblemente detectando el ruido que hacía. Se quedó un rato ahí, admirando la figura grande del híbrido, escuchando sus suaves ronquidos y cómo tenía el cuello y hombros llenos de mordidas y uno que otro hematoma que seguía visualizándose rojo.

Exhaló de manera ruidosa, caminando por la habitación tomando sus prendas y detectando el aroma a alcohol con sudor, bingo. Sí fue por el alcohol.

Sin más que hacer ahí, bajó las frías escaleras con sus pies descalzos, sintiendo un extraño placer al sentir el frío contra la planta de su pie. Al ir bajando sentía todo el sol dándole un baño a su figura desarreglada y semidesnuda, ya que aún tenía la ropa en sus brazos. Estaba pensando, tenía dos opciones:

1. Salir de la casa como pudiera y no hablar nada sobre lo que pasó.

2. No abandonar al oso durmiente y mejor hacerle unos chilaquiles.

Claramente la primera opción sería la acertada, pero no entendía por qué ahora estaba en la cocina usando un delantal blanco mientras tenía sus manos ocupadas con una espátula y un sartén. A veces los caminos de la vida no son como planeas.

Suspiró al escuchar el bostezo de Rubius, y sentía su cabeza doler y escuchar cómo le empezaba llamar.

— ¡Quackityyy! ¿Me estás haciendo de desayunar? —Escuchó a Rubius gritar con un tono dulzón y juguetón, el cuál le dibujó una sonrisa. Únicamente rodó los ojos para seguir con su trabajo de verter la salsa al sartén.

— ¡Noupe! —contestó, mirando discretamente hacía las escaleras que se encontraban con un oso bajando con rapidez, vistiendo también con un boxer. Quackity quiso reír de la ternura que era Rubius con su colita de oso a la vista.

— ¡Claro que lo estás haciendo! Dios mío, ¿son chilaquiles? Te adoro. —Rubius era experto en decir palabras rápidas mientras se mantenía ocupado, este ya se había abalanzado suavemente es la espalda del contrario, reposando su mentón sobre la cabeza del hibrido de pato—. Ostia, qué mona se ve tu colita descubierta.

— Lo mismo pensaba sobre ti, fíjate —Quackity estaba centrando su atención en terminar de servir los chilaquiles a los dos platos, mientras observaba la cafetera—. Oye, que ya está listo el café, ¿lo puedes servir?

Rubius asintió, alejando su cuerpo del contrario y yendo a servir el café. El mexicano lo veía de reojo, extrañando ya su calor en su cuerpo. No sabía por qué estaban actuando con tanta naturalidad. Claro, ya le había hecho antes el desayuno, pero nunca era después de coger. Quackity sería muy distraído, pero ahora mismo sabía que su compañero estaba igual de confundido que él; a pesar de que intentaba mantener el tan acostumbrado contacto corporal que siempre habían tenido, lo notaba tenso y con su mirada nerviosa que observaba a toda la casa. Sí había notado que casi se caía de las escaleras al encontrarlo en la cocina.

Dos fuertes golpes contra el cristal alarmaron a ambos híbridos, que voltearon a la defensiva que rápidamente cambió a una tensa y nerviosa. Quackity sentía cómo la sangre se iba a sus pies, pues había olvidado el pequeño detalle de que la privacidad no existe en la casa del oso, pues estaba hecha por mayoría de ventanales para que todos observen la decoración de su casa; pues gracias a ese gusto particular, ahora estaban al otro lado Vegetta, Willy y Luzu observándolos; Willy tenía su cámara a la mano, mientras que Vegetta lucía un semblante tanto nervioso y divertido, pues mantenía una risa y su rostro ruborizado, pero lo que más le preocupaba ahora al mexicano, era Luzu.

¿Por qué estaban brillando sus ojos de un color rojo?

¿Por qué parecía esconder una mina?

— Perdón por interrumpir, pero Rubius me debe un artefacto y me quería quedar a desayunar también chilaquiles, mijo —Rompió la tensión Willy, quién ya estaba siendo recibido por Rubius y los otros acompañantes venían atrás de él.

— B-buenas —saludó Quackity, volteando para que no notaran cómo se tensaba su cuerpo, arrepintiéndose al momento de darse cuenta de que tenía el delantal de mucama.

Que. Puta. Pena.

— Que bueno que llegaste bien a tu casa, eh Quacks —escupió Luzu, quién mostraba un semblante tan sombrío que hasta Rubius mantenía una cercanía de él para evitar cualquier cosa.

Y es que al principio ese comentario le había confundido, hasta que recordó que había dejado la fiesta del reino de Lolito despidiéndose de Luzu con que se iba a su casa a dormir. Definitivamente sería pato asado por jugar ambos bandos.

¡Juro que iba a estrenar esto con un Quackbur! Pero una cosa llegó a otra y

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¡Juro que iba a estrenar esto con un Quackbur! Pero una cosa llegó a otra y...ups!

Aquí no habrá Luckity, para eso tienen una historia exclusiva. >:)

Prometo que algún día haré un long fic.

Quackity | bowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora