"Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti."
Friedrich Nietzsche.
He visto el infierno.
Caminaba y caminaba a través de pasillos infinitos de luces rojas y sexo en el aire. La putrefacción en el ambiente y el ensordecedor crujir de la música a través de las paredes me hacía vomitar.
La cabeza me dolía como si quisiera salir volando de mi cuello.
Y cada acción que hacía conforme pasaba el tiempo se sentía más y más pesada. No lo había hecho muchas veces, agacharme y tomar mi cartera que cayo al suelo, pero algo dentro de mi me hacía creer que llevaba mucho tiempo haciéndolo y quizás realmente llevaba ya un rato perdiendo el dinero, solo para estar ahí, en el infierno.
En donde los demonios no tenían forma. Porque no los veías, los sentías.
Tenía rato torturándome, haciéndome creer que llevaba mucho en un bucle sin fin. Donde cada acción, que desde lo más profundo de mi ser sabía que no había hecho antes, se sentía como si llevara una eternidad haciendo. Y cada que olvidaba estar atrapado ahí, cada que olvidaba su presencia, se hacía sentir. Una melodía tonta y parecida a música convencional robótica se materializaba en mi mente. Jamás la había oído en mi vida, pero sonaba como algo que circuló por mis oídos en mi infancia.
Su apariencia, creía sería la de una criatura monstruosa, pero la única imagen perceptible era un metal, color rosa amaranto, y su olor, era de rosas ahogadas en alcohol y su sabor, que también se generaba en mi paladar, era dulce y amargo a la vez.
Una mescla perfecta que en mi cabeza sonaba contundente, pues los demonios dejaron de ser castigadores físicos y se convirtieron en estados de mente.
He visto el infierno y había gente que sufría igual que yo.
Se revolcaban en el suelo y miraban a la nada con sus ojos ya rojos de tanto olvidar y sus piernas cansadas por años caminar.
Vivían en el bucle que este demonio nos hacia pagar. Caminaban, dormían y se volvían a levantar, pero en unos minutos ella o el los hacia olvidar. Esto lo sé porque lo viví.
Sentía el bucle... después lo vi de lejos, desde una esquina de un cuarto proyectaba un color rosa amaranto tan cegador y saturado que creía que quedaría ciego...
Pero entonces desperté.
—¿Por qué? ––Me pregunta desolada y triste––. ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?
No contesto nada al principio, solo la miro atentamente. Deseando que no sea cierto.
—¡Por favor contéstame! ––Me grita en un arranque de dolor e ira con sus ojos y cara ya rojizos.
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Como Se Escribe La Oscuridad
Krótkie OpowiadaniaEsta es una antología de relatos cortos de Horror, Suspenso, Terror o cualquier cosa que se pueda leer en octubre, una noche fría con una buena taza de té de calabaza. Cada semana, se publicarán dos relatos o más de diferentes géneros que albergan l...