:- IV -: Los dedos del mensajero

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El vuelo de las luces duraría hasta el amanecer, pero como había trabajo que hacer al día siguiente y se debía madrugar para un mejor rendimiento, la gran mayoría de los espectadores se marcharon a sus casas cuando los integrantes de los grupos de saltamontes empezaron a escasear.

Cuando el resto del grupo de amigos se despidieron, Chakuro y Lykos habían acompañado a (T/N) a su casa; el plan era dejar al Omega primero y después dejar a la Alfa al edificio central, si ambos iban juntos a dejar a Lykos, el oji-azul se metería en problemas (cosa que no quería el Beta).

Durante el trayecto, Chakuro le contó absolutamente todo lo que había sucedido en la isla de Lykos; desde las tumbas que ella había cavado, hasta el Nous y el arrebato de emociones humanas.

—Y-yo teorizaba que tal vez el mundo exterior no era mejor que permanecer en la Ballena de Barro, p-pero nunca creí que fuese mucho peor de lo que imaginé. —declaró.

—La isla ya se encuentra bastante lejos, y no creo que vaya a aparecer otra igual de espeluznante. Nada malo puede suceder.

—Sí, tienes razón... Chakuro, hay algo que debo confesarte.

—¿Qué cosa?

«—Mi madre hace unos días me entregó una clase de diario que le perteneció a mi padre, ella mencionó que ha pasado de generación en generación y que cada autor escribió sus día a día en la Ballena de Barro desde el primer día.»

»—Pero, por alguna razón los registros de cada usuario están desordenados; a lo que quiero llegar es que, tal vez después del trabajo en el campo, podamos leerlo juntos y responder todas nuestras dudas sobre la Ballena de Barro.

—Eso me encantaría.

Ahora había una cosa que le quitaría por completo el sueño, la idea de conocer los posibles misterios de la Ballena de Barro lo habían dejado extasiado con las ansias de que ya amaneciera.

—¿Crees que Sami quiera unírsenos?

—No creo que le interesen ese tipo de cosas.

Aparte de ser verdad, también era porque preferiría la idea original que le había sugerido el Omega: únicamente ellos dos y nadie más.

Tras un largo camino y ya estar frente a la puerta de la residencia, nuevamente hablaron.

—Ya llegamos... Buenas noches, (T/N).

—Buenas noches, Chakuro.

Dudó por un momento, pero al final terminó abrazando al archivista como despedida; mientras tanto con Chakuro, este se quedó estático ante la muestra de afecto, no era la primera vez que se abrazaban, pero por alguna extraña razón, ahora se sentía completamente diferente.

Tan rápido como se recuperó, correspondió al abrazo sintiendo su corazón latir salvajemente, sin mencionar que no pudo evitar sonreír bobamente por la cercanía que ambos tenían (aunque ni cuenta se había dado de ello).

De repente, la puerta se había abierto y la luz que emanaba de la residencia había iluminado a ambos preadolescentes, esto permitió a la Mujirushi ver dichosa escena.

El momento de los menores fue interrumpido por la madre de (T/N), quien se había aclarado la garganta para llamar su atención; y al notar la presencia de su madre, el peli-azul rápidamente se separó de Chakuro, la cara de ambos se encontraba completamente roja por la vergüenza.

—T-te veo mañana.

—S-sí, hasta mañana.

Después de que el Omega se adentrara a su hogar, Ginebra saludó de forma cálida y amable.

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2022 ⏰

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