Harry examinó, a Rosie, tumbada en el sofá de su ático. Empezaba a recuperar la conciencia y un suspiro escapó de sus labios. Parecía una muñeca, una muñeca vestida de adolescentes, con vaqueros, suéter de rayas y una chaqueta de cuyo bolsillo asomaba un gorro de lana con pompón. Llevaba zapatos de lona, muy desgastados. «thee mou, ¿en que diablos pensabas cuando te acostaste con ella?». La respuesta era clara, no había pensado en absoluto. Examinó su delicado perfil y pestañas que empezaban a agitarse, mientras un leve rubor devolvía a sus mejillas su color natural. Cuando Rosie frunció los labios, el tuvo una reacción física tan predecible como inesperada. Recordaba bien el ardor Prieto de su cuerpo, pero recordaba aún mejor la mirada de asombro de sus ojos después. Ninguna mujer lo había mirado así antes. De hecho, Harry llevaba tres interminables semanas reviviendo esa noche, intentando dormir con una erección que no podía doblegar, soñando con ella, despertándose aún insatisfecho y airado consigo mismo.
Se había involucrado, algo que nunca hacia con una mujer, y tenía la impresión de que iba a pagar por ese error de juicio en tiempo récord.
Rosie abrió los ojos y vio una pared de cristal que no reconoció. Se sentía, desconcertada por la vista de los tejados de Londres que sólo los los que vivían en un mundo privilegiada podían disfrutar. Le daba vueltas la cabeza e hizo una mueca.
No intentes levantarte mientras siga sintiéndote mareada le aconsejo Harry.
«no Alex, Harry», se recordó volviendo la cabeza para mirarlo. Allí estaba, alto y erguido con la arrogante cabeza morena inclinada hacia atrás. Parecía exactamente lo que era: un hombre de negocios rico, poderoso y muy bien vestido, con ojos plateados tan agudos como un rayo láser. Era tan bello que le dolía mirarlo, así que bajo la vista de nuevo. No era extraño que se hubiera metido en su cama con tanta facilidad, era la tentación suma, mucho más de lo que una chica normal era capaz de resistir.
¿ Dónde estoy ? Preguntó.
Este piso está encima de mi oficina. Quería hablar contigo en privado su voz sonó templada y medida. Su serenidad hizo que
Rosie deseara darle una bofetada.
Me mentiste sobre quién eres.no mentí «Ya empieza lo malo», pensó Harry con fatalismo. Simplemente omití parte de la verdad.
Rosie se puso en pie sobre el suelo de madera. Miró las mesas de cristal ahumado, el lujoso mobiliario y los impresionantes cuadros y estuvo a punto de volver a marearse. Se sentía como un pez fuera del agua en un entorno tan opulento.
Eso no es más que cuestión de semántica, que tú dominas ¿ A qué jugabas conmigo?
Siéntate, Rosie urgió Harry.
No era ningún juego. Tu abuelo...
No tengo ningún abuelo...
El padre de tu padre, Socrates Seferis, está más que vivo replicó el.
Mi madre me dijo que mi padre no tenía parientes vivos arguyó ella, alzando la barbilla.
Harry pensó que, incluso con el pelo recogido en una cola de caballo, era una preciosidad. Hizo un esfuerzo para pensar en el tipo de mujeres que solían atraerlo.
Altas, curvilíneas, morenas y elegantes; pero allí estaba Rosie, diminuta, con cuerpo de niña, carácter volátil y descarada, e irresistiblemente atractiva aunque no supiera por qué.
Tu madre sabía muy bien que tú abuelo estaba vivo, porque le pidió ayuda financiera cuando tú padre la dejó y estaba embarazada de ti dijo Harry. Y el le dió dinero.
Yo nunca vi un céntimo Rosie pálida, volvió a sentarse.
No lo dudó. Se que creciste en hogares de acogida, pero lo cierto es que a tu abuelo le importabas e hizo cuando pudo para que crecieras sintiéndote segura y sin carecer de nada.
Rosie miró sus zapatos de lona.
Nunca se había sentido segura; incluso en casa de Betyl había sabido que podían trasladarla a otra casa en cualquier momento. Pero empezó a recordar un periodo de su vida en el que ver a su madre había sido casi emociónate. Jenny tenía un montón de fotos que enseñarle, en playas tropicales y hoteles de lujo, y llevaba ropa llamativa y elegantes zapatos de tacón. Con el paso del tiempo, Rosie había supuesto que su madre había tenido un novio rico que le costaba esos lujos. Pero bien podría ser que la ropa de diseño y los frecuentes viajes al extranjero hubieran corrido a cuenta de su abuelo, Socrates. Era más que posible que Jenny Gray hubiera mentido. Si había aceptado dinero para criar a una hija a la que no estaba criando, había cometido un fraude que podía haberla llevando a la cárcel. Incluso de niña, Rosie había captado que su madre mentía cuando le parecía conveniente. Tenía sentido que le hubiera ocultado la existencia de Socrates para no delatarse. Sin embargo, Rosie seguía sin entender por qué Harry Styles le hablaba de un abuelo hasta entonces desconocido para ella.
¿ Cuál es tu papel en todo esto? le exigió ¿Qué vínculo tienes con mi abuelo? ¿Por que sabes tanto sobre mis antecedentes?
Socrates Seferis es mi padrino y un viejo amigo comentó Harry, aliviado al verla tan serena, si bien atónita. Me pidió que intentará conocerte y le dijera como eres. ¿Conocerme? repitió Rosie asombrada. ¿Por qué iba a hacer eso?
Quería saber qué clase de mujer eres antes de invitarte a ir a Grecia; confía en mí juicio. Te interesará saber que he informado a Socrates de que eres cuanto podría desear de una nieta.
¿Esa es la razón de que me hablaras, me ayudarás con Jason y me llevaras a cenar? adivinó Rosie, con el corazón en los pies. Todos había sido una mentira, desde el momento en que se fijó en ella a su aparente interés y al placer que le había hecho sentir en la cama esa misma noche.
Por supuesto, el sexo no formaba parte del plan comentó Harry con obvio desagrado.
Blanca como la leche, apabullada por ese desprecio, Rosie lo miró con ojos verdes rebosante de dolor y censura. Cerró los puños.
Me aprovechó de ti cuando te sentías vulnerables. Eso estuvo mal murmuró Harry, aunque para el la humildad era un reto. No iba a pedirle perdón por mejor sexo que había disfrutado en una década, pero sabía que había sido inapropiado, dadas las circunstancias.
Rosie lo miró con los ojos entrecerrados. Para su vergüenza, sintió el clamor de su cuerpo respondiendo ante él: un cosquilleo en los pezones y humedad entre las piernas. La había enseñado a desearlo y ese falso vínculo de intimidad la traicionaba. Pero él no era quien había creído, era un extraño. No quería pensar que se había aprovechado de ella, porque eso hacia que se sintiera minúscula y sin control sobre su propio vida. Una humillación indeseada en ese momento.
¿Y el dinero que se enganchó en la aspiradora? ¿Fue algún tipo de prueba? dijo Rosie, rebosante de amargura.
Rudimentaria, pero efectiva. Necesitaba saber, por el bien de mi padrino, si eras de fiar declaró Harry con serenidad. Por favor , aceptar que no pretendía hacerte ninguna dañó. Intentaba ayudar a un amigo, por petición suya, ¿No tiene preguntas que hacerme sobre tu abuelo?
¿Tendría que tenerlas? ¿Sobre un hombre cuya existencia desconocía hasta hace cinco minutos? ¿Un hombre que conocía mi existencia y nunca ha intentado verme? ¿ Un hombre que te pidió que me juzgaras, en vez de hacerlo el?
Harry frunció el ceño decepcionar. Era una visión más fría y crítica de la que había esperado de una mujer que, según había dicho, echaba de menos tener familia.
Su comportamiento es excusable. Hace solo un par de semanas, Socrates tuvo que someterse a una grave operación cardíaca; ahora se recupera en su casa de Atenas. No está en condiciones para volar aquí a conocerte en persona. Siento oír eso, pero dado que quería que alguien me vetará a mi espalda antes de conocerme, no tengo más que decir repuso Rosie con vos seca, en una forma horrible de enterarme de que tengo un abuelo. Me mentiste...
No te mentí replicó Harry con voz fría. Mi nombre legal es Harry Styles.
Mentiste repitió ella, inexpresiva. Querías engañarme respecto a tu identidad y funcionó.
Fui tan tonta como para caer en la trampa.
Lo siento Harry no soportaba el dolor que veía en sus ojos, anhelaban abrazarla, pero espero que me perdones cuando conozcas a tu abuelo.
No tengo intención de conocerlo afirmó Rosie. Tengo suficientes problemas en mi vida para ir a conocer a un anciano que intentó juzgar si yo merecía o no la pena antes de conocerme.
Socrates me ha pedido que te lleve a Grecia. No le eches a él la culpa de mi ofensa aconsejó el, serio. Si lo haces, te arrepentirás. Eres una mujer de buen corazón.
¿ De buen corazón? Rosie lo taladró con los ojos verdes cargados de condena. Si estuvieras delante de una ventana abierta en este momento, te daría un empujón Te odio...
Apenas me conoces, ¿ Como puedes odiame? Le devolvió Harry con voz seca.
Desconcertada por ese recordatorio no deseado, Rosie se levantó y paseó por la habitación.
Era obvio que un interiorista de alta rango se había ocupado de la decoración: aquello parecía una portada de revista, casi irreal. Se dio la vuelta y se enfrentó a los tormentosos ojos de plata líquida.
¿ Por qué estás enfadado conmigo? exigió, furiosa. ¿Qué razón tienes tú para estarlo?
Harry, que se enorgullecía de su capacidad para ocultar sus emisiones, rechinó los dientes.
Me enfada que tú abuelo pueda sufrir las consecuencia de mi pésimo forma de entablar contacto conmigo.
Yo no me vengo de quien no me ha hecho daño. No dudo que sea un anciano encantador y le deseo lo mejor farfulló ella, incómoda.
Pero no sé si quiero conocerlo y desde luego, no quiero ir a ningún sitio contigo después de lo que he descubierto sobre ti.
¿ Qué has descubierto que sea tan amenazador? Harry intentó no mirar la deliciosa curva de su trasero y su diminuta cintura. Su delicado cuerpo seguía excitándolo. Podrías ser un alienígena replicó Rosie, señalando la opulenta habitación. Eres rico y tienes educación. Yo soy pobre e intento completar mis estudios. Pero, sobre todo, no puedo confiar en ti porque no dices la verdad.
Si te sirve de algo su sensual boca se curvó con un amago de humor que la enfureció, puedo prometerte ahora mismo que no te contaré otro media verdad ni omitiré la verdad por poco que pueda gustarte.
Eso sería un buen principio. Por ejemplo, ¿ Cómo eres de rico? ¿ Tienes un avión privado?
Harry tenía toda una flota, pero decidió no decirlo. Simplemente, asintió. Ella hizo una mueca de decepción, había tenido la esperanza de que no fuera tan rico.
¿Y tienes más de una casa?
Harry, comprendió que a ella no le gustaba lo que estaba descubriendo, siseó con impaciencia.
Si. Heredé mucho dinero de mis padres. Ambos eran ricos antes de casarse.
Rosie sintió un pinchazo de dolor. Tenía que haber estado ciega para no fijarse en su carísimo reloj de oro, los gemelos de diamantes, el corte perfecto del traje gris paloma. No era un oficinista con coche de empresa.
No, era dueño de la empresa y por lo que había oído, Industrias STA era una corporación internacional de alto nivel. ¿ Por qué has venido a buscarme. Rosie? Preguntó Harry. Se preguntaba por qué nunca se le había ocurrido que podía existir una mujer que considerara su riqueza una barrera y un problema. La idea lo fascinaba.
Porque estoy embarazada Rosie alzó un hombro con expresión de fatalidad. El silencio creció y creció, llenando la habitación hasta el punto de ahogarla. Así que siguió hablando. Siento decirlo así pero aunque estaba la píldora, como te dije, esa misma semana tuve un problema estomacal y mi médico cree que al vomitar quede desprotegida explicó rápidamente.
Harry la estudió como si hubiera puesto una bomba ante sus ojos. Había palideció, tenía los ojos verdes y su rostro estaba tensó.
¿ Estas embarazada? ¿ Estás segura?
Claro que estoy segura. Las pruebas son rápidas y definitivas hoy en día.
¿ Y estás segura de que es mío? Sabes que no había habido nadie antes de ti, y te aseguro que no ha habido nadie después aseveró Rosie, resentida por la pregunto, a pesar de que tuviera derecho a hacerla. Es tu bebé.
« Un bebé». El concepto fue como una exploración en el cerebro de Harry. Con sus palabras, ella acababa de confirmar sus peores temores. Lo había jurado que no se dejaría atrapar. Tenía amigos que habían pasado por lo mismo y a ninguno de ellos les había ido bien. Siempre se había cuidado de correr riesgos, sin embargo, con ella, por no levantarse el sexo sin tomar precauciones. Al ser la parte más experimentada, solo podía culparse a sí mismo por no pensar en las posibles consecuencias si algo iba mal. Y, había ido mal terriblemente mal. Es un shock para el musitó Rosie. Incómoda. También lo fue para mí, pero me temo que no quiero poner fin a...
Nunca te pediría que lo hicieras interrumpió Harry. Somos adultos. Nos haremos cargo.
No es tan fácil hacerse cargo de un bebé comentó Rosie, recordando la atención constante que habían requerido los bebés en las residencias de acogida. Eran casi un trabajo de jornada completa. No podían estar solo ni un minuto, y a veces no dormían por la noche. Un bebé pondría fin a todos su planes de futuro. No es el mejor momento para mí. Tengo exámenes dentro de dos semanas. Y ahora no podré concentrarme...
¿ Estás estudiando para unos exámenes? Harry salió de la nube negra que lo envolvía.
Si, quiero matricularme en la universidad en otoño.
Harry pensó en los enormes agujeros que había en la investigación de Socrates. Igual que la foto no había hecho justicia a su belleza, los datos básicos, incluyendo su dirección, habían sido inexactos. Ella no se conformaba con limpiar oficinas el resto de su vida; obviamente, tenía empuje y ambiciones que él habría descubierto si le hubiera hecho preguntas personales. Pero, al fin y al cabo, quien fuera y cómo fuera, ya no tenía importancia, dado que había concebido a un hijo suyo, Socrates no se merecía que lo avergonzara. Tragó aire y se dispuso a sacrificar si libertad.
Me casaré contigo...
No seas idiota exclamó Rosie, riendo y frunciendo el ceño al mismo tiempo.
Harry apretó los dientes. El matrimonio era la única solución que veía al problema.
Lo digo en serio. Me casaré contigo. Daré mi apellido al baba y tendrá todo mi apoyo.
Rosie, comprendiendo que lo decía en serio, abrió los ojos de par en par.
¿ Haría eso? ¿ Te casaría conmigo?
Es mi deber, por ti bien y por el del niño los ojos plateados, enmarcados por pestañas negras buscaron los suyos. No puedo permitir que caries a mi hijo tú sola.
Te preocupa lo que pensará mi abuelo adivinó Rosie. Pero hoy en día la gente no se casa solo porque haya un bebé en camino.
Sigue siendo lo correcto replicó el. Es el enfoque más práctico.
No estoy de acuerdo. Tu no quieres casarte conmigo, Harry. No puedo aceptar. Sería injusto para los dos dijo Rosie con vos queda. Pero supongo que pedírmelo. Has sido muy considerado.
¿ Considerando? Harry la miró atónito, incapaz de creer que lo estuviera rechazando sin pensarlo ni un segundo.
Has optado por la solución tradicional, aunque no es tu deseo personal aclaró Rosie. Tranquilo
Yo tampoco quiero casarme contigo. Por favor, sé sincero conmigo...
Estoy siendo sincero Rosie
Harry, no me quieres como esposa y tampoco deseas ser padre. Lo percibo aseveró Rosie con ojos apesadumbrado pero muy abiertos. No tienes por qué disimular conmigo. Estoy tan afectada como tú por lo del bebé, pero no tenemos que casarnos solo por hacer « lo correcto».
Tu abuelo estaría en desacuerdo contigo.
Bueno, si alguna vez llegó a conocerlo , tendremos que acordar que estamos en desacuerdo. No quiero un marido reacio ni un padre reticente para mí hijo, eso es sensato, no estúpidos dijo Rosie, convencida. Para empezar, yo no encajaría en tu mundo. Tus amigos se reirían de mi. Te avergonzaría. Soy una mujer de la limpieza santo cielo
Nadie se reiría de ti mientras yo estuviera presente clamó Harry con voz ronca. Me esforzaría para ser buen marido y buen padre...
Pero no me quieres... y que tuvieras que esforzarte todo el tiempo destrozaría mi autoestima protestó Rosie.
El amor es lujuria, nada más dijo él, y te aseguro que no te decepcionaré en ese sentido.
Ante tal grado de cinismo, Rosie se convenció aún más de que su decisión era la apropiada.
No estoy de acuerdo en que e
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Heredero
Romancesu plan no salió como había pensado... trabajar hasta tarde no era nada nuevo para el magnate Harry Styles, y si la perfecta excusa para conocer a la limpiadora Rosie Gray. Le habla prometido a su padrino enfermó descubrir la pista, era una digna he...