16. FLAMA

11 2 0
                                    

Miro a Euriale ansiosa por saber qué le pasa a Nys. No es el temor a que Abadón haya decidido dar el paso y saber que después me toca a mí, sino porque estoy preocupada por él. Euriale, captando mi preocupación, mueve sus rojizos labios para hablar.

—Algunos álgidos no han visto con buenos ojos su relación con una Nephilim, así que han decidido encerrarlo en el Pozo Imperturbable.
—¿El Pozo Imperturbable? —preguntamos al mismo tiempo.
—Es la prisión de los álgidos. Ningún álgido que es lanzado al pozo puede escapar. Solo puede salir si alguien se apiada de él y lanza la Cuerda de Plata por la que puede trepar y escapar de la oscura soledad del pozo.
—¿Y cómo puedo ayudar? —Apoyo mi mano en el pecho. Está allí metido por mi culpa.
—Sé cómo conseguir la Cuerda de plata. De hecho, ya la tengo, pero Nys se niega a que lo ayude. Teme meterse en más problemas y que esos problemas te salpiquen a ti. En resumen, tiene miedo —dice chasqueando la lengua y cruzando los brazos sobre el pecho—. He pensado que quizás tú lo metas en razón. Si vienes conmigo y escucha tu voz, conseguiré que salga de allí. No hay tiempo que perder, Arlen.

Euriale mueve su mano para dibujar un círculo invisible, y al instante, una espiral de luz azul noche surge y se expande hasta casi nuestra altura.

—Una brana hacia el Abismo —prorrumpe Julius sorprendido.
—Tenemos que ir en busca de Nys al Abismo.
—¡¡Ni hablar!! —Julius me empuja hacia atrás—. Arlen no va a ir contigo al Abismo. ¿Crees que vas a engañarme, álgido?
—Me llamo Euriale —amenaza a Julius tirando molesta de su camisa blanca transparente—. Angelito, escucha, la única que puede hacerlo entrar en razón es ella. Te aseguro que no vendría a buscarla si tuviera otra opción.
—¡Iré!
—¡Arlen, no!
—¡He dicho que voy a ir!
—Pues voy contigo.
—¡No puedes bajar al Abismo! —Euriale señala con el dedo a Julius—. Los ángeles no tienen permiso para estar en el otro lado. Bastante que me tocará ocultar el aura celestial de esta Nephilim como para encima ir acompañada de un ángel. Me meterás en problemas. —Y antes de que él pueda replicar, añade—. Te la traeré de vuelta sana y salva. Solo quiero recuperar a mi hermano. Así que quédate aquí y protege su cuerpo mortal mientras su parte ángel está dentro.—¡Arlen no irá a ninguna parte, demonio blanco! —Enezael aparece en el gimnasio acompañada de Mussiel y Hesiel—. Y tú, Julius, soldado del arcángel Uriel, ya no proteges a la hija del General Angelo.
—¿¡Quién dice eso?! —replica molesto.
—Nuestro señor, el arcángel Gabriel —responde Mussiel.
—¡Pues nuestro señor, Uriel, no nos ha dado ninguna orden de retirada! —Belial también llega situándose al lado de Julius.
—No vamos a retirarnos porque vosotras lo digáis, ni siquiera por orden del Arcángel Gabriel —increpa Julius.
—¿¡Cómo te atreves a desobedecer una orden de Gabriel?!

Enezael se altera tanto que se acerca a Julius hasta estar cara a cara. Ella es mucho más alta y él tiene que levantar la cabeza para mirarla a los ojos. Belial aparta a Julius, seguramente intentando que su pretensión no provoque más conflicto.

—Porque a quién obedecemos es a Uriel o a nuestro General Nicolás, y ninguno de ellos ha pronunciado palabra alguna sobre dejar de proteger a Arlen —responde Belial.

Sin embargo, el ego de los tres ángeles consume la paciencia de Julius que aparta a Belial con un empujón y se encara de nuevo contra la más alta, Enezael. Su compañero lo intenta calmar, ya que las otras dos han desenvainado sus espadas y creen que se trata de una traición causada por la presencia de un demonio en la sala. Estoy convencida de que sin pruebas no harán daño a ninguno de ellos, pero me da miedo que Julius no sepa controlar sus impulsos y haga algún movimiento que parezca una amenaza para ellas. Esas mujeres siguen fielmente unas normas y el corazón no las detendrá.
Justo cuando decido poner un poco de calma entre ellos, Euriale me empuja hacia la brana.
Confundida, me levanto de un suelo de tierra. Dos criaturas blancas parecidas a un par de conejitos cruzan deprisa hacia los arbustos oscuros. Echo un vistazo a mi alrededor: vuelvo a estar en el Abismo, aunque esta vez quien aparece detrás de mí no es Nys, sino Euriale.

Destino (Trilogía. Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora