IV: Siglos y Siglos

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Choi San, después de siglos y siglos de un doloroso castigo, había hecho su acto de bondad

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Choi San, después de siglos y siglos de un doloroso castigo, había hecho su acto de bondad.

Al principio no entendió, sin embargo se le dijo que, el hecho de sacrificar su existencia, la única con la que podría ver a Wooyoung a pesar de no poder estar con él, era un acto de bondad, en especial si era para una gran cantidad de personas, eran muchos pueblos los que se salvaban si San decidía sacrificarse.

Así que sí, bueno, durante esa vida de Wooyoung, él lo olvidó, pero fue en la reencarnación del siguiente Wooyoung que San pudo volver a existir en la tierra como humano.

Choi San, hijo mayor de la nueva familia del pueblo.

Jung Wooyoung, hijo mediano de los vecinos de los Choi.

Jung Wooyoung, hijo mediano de los vecinos de los Choi

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— Oye Choi, ¿crees en las vidas pasadas?

— Sí, totalmente, ¿por qué?

— Es que se me hace algo tonto, ¿por qué no simplemente somos seres que van cambiando durante el tiempo?, ¿por qué siempre seremos las mismas caras habitando en el mundo?, es aburrido

— ¿Y por qué no?, a nuestro creador se le habrán acabado las ideas para más humanos

— Me gustaría saber quién fui en mi vida pasada entonces

— Jung Wooyoung, el hijo mediano de los Jung, un hombre obligado a vivir con un chico que cegado y sediento de poder, además de una gran obsesión por el lindo joven Jung, lo mantuvo cautivo por meses hasta que Jung logró salvar a todos con magia

— Es una historia absurda, ¿cómo que con magia?, ¿cautivo?, no jodas San, al menos dime que fui un príncipe o algo de eso

— En una lo fuiste, o bueno algo así, fuiste el hijo mediano del reverendo del pueblo, era respetado y querido como un rey, tenía mucho dinero y todas esas cosas

— San, tu imaginación es inmensa

Wooyoung se mantuvo riendo unos segundos y luego apoyó su cabeza en el hombro del mayor.

— Sanie...¿crees que nos hayamos visto en nuestra vida pasada?

— Creo que nos vimos pero no pudimos estar juntos...pero sé que te he amado durante todas mis vidas

Wooyoung lo miró rápidamente con sus ojitos mostrando sorpresa.

— ¿Me amas?

— Me he enamorado de ti durante el año y medio que llevamos conociéndonos, puedo decirte de manera sincera que te amo

— Tengamos una cita

San asintió y tomó la mano del bonito joven, aquel bonito joven que había amado durante siglos eternos y amaría por más tiempo.

El tiempo pasó, citas y citas y más citas, un beso, dos, un abrazo, caminar de la mano, besarse más seguido, bla bla bla, lograron formar una bonita pareja.

Por siglos y siglos, por años y años, Choi San y Jung Wooyoung se amaron en todas sus vidas, fueron felices en todas ellas e hicieron de el otro aquel ser más importante para ellos mutuamente.

Aunque un día, dos ancianos tocaron una puerta.

— Ahora no puedo, ¿podrían retirarse?

— Tan sólo un vaso de agua y algo de comida por favor

— Lo siento pero no, ¿podrían alejarse?, huelen horrible y acabo de limpiar, su olor se sentirá

— Mocoso...¿cómo te atreves?

— Ya váyanse, ¿acaso no entienden?

— ¡Park!

Jimin dió un pequeño salto al escuchar a su jefe, el señor Choi, llegar a su lado en la puerta junto a su esposo, el señor Jung.

— ¿Y esa forma de hablarles a éstos ancianos?, creí que los empleados de ésta casa tenían más valores, estás despedido.

— San amor...

— Vé Wooyoung, encargate

Wooyoung asintió e hizo una reverencia a los ancianos, luego se retiró.

— Choi San...tantos siglos

— Hola...¿vinieron por mí?

— No Choi, por el empleado

— No le hagan nada, por favor, sólo es un chiquillo que debe aprender a respetar

— No le deseas la condena a nadie, ¿cierto?

San solo asintió, porque realmente era así, jamás podría desearle ese mal a alguien.

— Será condenado a jamás obtener su mayor deseo, por más que se esfuerce, y sólo un acto de bondad, sinceridad y amor podrá con eso.

Luego de esas palabras, se fueron.

Y San regresó al interior de la casa, regañando a Park y, de hecho, le contó sobre su maldición y castigo en una habitación aparte.

— Mi mayor deseo es...es que alguien me ame, que alguien me quiera a mí, aún por como soy y cómo me veo, jamás me han amado y yo solo deseo eso

— Pues no lo tendrás, no por ahora y lamento tener que decírtelo.

Y entre el medio de un llanto desconsolado, Jimin volvió a casa sabiendo que nadie jamás lo iba a amar.

Pero Choi San ya había cumplido con su parte, él ya era libre y ahora vivía con su pareja, el hombre que más amaba en el mundo. Había sido totalmente perdonado.

Aunque bueno, él no era tan malo y si lo necesitaba, Park Jimin tendría de su ayuda.

FIN

𝐸𝑙 𝑒𝑠𝑝𝑖́𝑟𝑖𝑡𝑢 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜𝑠 • ˢᵃⁿʷᵒᵒ×ᵃᵗᵉᵉᶻDonde viven las historias. Descúbrelo ahora