Cómo está formada la banda “Babasónicos”.
Adrián Rodríguez, Dárgelos, no necesita demasiada presentación. Es arrogante, compadrito, un fantoche iluminado por el verbo y una extraña gracia cinética. Autodidacta, lee de a tres libros por vez, defiende la digresión metafísica, la ley del deseo y la narcosis. Escribe todas las letras y compone buena parte de las melodías. Los álter egos que alumbra en sus letras suelen huirle a cualquier forma de la moral. Puede referirse a Babasónicos tanto en primera persona del singular (“cuando saqué mi tercer disco”) como en tercera del plural (“en el show, los Babasónicos son magníficos o lo pierden todo”), según el ángulo en que quiera enfocar su relación con la criatura.Diego Rodríguez es el babasónico cándido, el más sonriente, al que invitarías a un asado sin pensártelo dos veces. Además de aportar arreglos de percusión, rapear, hacer de segunda guitarra y proveer algunos de los mejores contrapuntos vocales (y tener los sueños más vívidos y psicodélicos), es el segundo cometa activo en escena, y mantiene el vértigo en las sombras.
Mariano Roger, hechicero del swing, es el motor melódico. Un dandy, una espiga elegante en el collage chatarra; un buen conversador que, mientras te suelta con cierto desdén una serie de ideas más o menos normales, sorprende con algún chiste imprevisible, nunca del todo calculado. Además, es buen compositor de baladas.
Tuñón, arcaicamente conocido como Uma-T, es el duende dorado, el baby-face que toca teclados y opera máquinas en alguna meseta del escenario. A veces sedado, a veces electrocutado, le toca la ardua y preciosa tarea de organizar piezas, rastrear en los archivos y manipular grabaciones para cargarse de municiones y apretar el gatillo en el momento indicado. Es el típico caso del chico que nació para ser estrella de rock, y que lo fue aun antes de que el mundo lo supiera.
Gabo es el músico más consistente, con sus líneas de bajo heterodoxas y propulsivas, siempre protagónicas y diferentes. Es un ser misterioso, especialmente arriba del escenario (en el trato personal es de lo más afable): casi siempre opera en la penumbra y mantiene un rictus entre inexpresivo y recio, al estilo Clint Eastwood.
Panza, baterista preciso e imaginativo, tipo de apariencia hosca, de pocas y graciosas palabras; es el único con título universitario (diseñador industrial). Su look de show destila esa imagen de chongo en musculosa, artesano metalúrgico y divo de terreno baldío.
404 Palabras escritas.