Dulce Atracción [SasuSaku] +18

capítulo 2

Sakura

Camino, con mi cerebro aún procesando lo que acaba de pasar. Su olor era tan fuerte que me sentía hasta mareada.

Llamé a Karin para que viniera a traerme pero supongo que sigue dormida. La voy a matar por no decirme que ese chico estudiaba ahí ¿Cómo fue que no lo vi?.

Entro a la casa y hay más gente, supongo que los demás inquilinos tienen visita.

Abro la puerta con la llave y la muy descarada está mirando la televisión mientras se come mis golosinas.

—Hola ¿Cómo te fue?.—pregunta con la boca llena.

—Me encontré al chico de anoche.—alego y ella me mira confundida. —al de la casita del árbol.

Y está más confundida aún.

—No sé de quien me hablas. —se encoge de hombros. —me lo enseñas luego.

—Como sea, me preguntó como me llamaba.—añado mientras me siento en el sofá.

—¿Y que le dijiste? Bueno, conociendot...

—Se lo dije. —ella se atraganta y me acerco para pegarle en su espalda.

—¿Lo dices enserio?.—es una incrédula.

—Si.—afirmo.

—Te está dando algo, tienes una enfermedad, lo sé. La Sakura normal lo hubiera ignorado. —dice y tiene razón.

—Estoy asustada también.

—Esta guapo ¿no es cierto? Obvio nadie ignora a un dios —dice y niego.

—Al parecer si, ahora que lo vi me aterré cuando pude observarlo más de cerca y con más luz. —inquiero —la luz de la luna tampoco fue desfavorable para él.

Hago una pequeña mueca y ella mastica lento.

—Se apareció de repente y... —me quedo callada y Karin me observa —olvídalo, comeré.

Ella no dice nada y sigue en lo suyo.

—En fin ¿sabes que llegué tarde a la clase? Fue un milagro que me dejaran entrar. —me acerco a la cocina y abro la refrigeradora. —no he desayunado nada.

—¿Ordenamos comida? Puede ser una opción.

—Nah, comeré la sopa de ayer. —digo.

—Asco. —espeta.

—Tengo que ahorrar, no puedo gastar lo de la semana y tú no te dignas a recogerme después de clases —añado mientras meto la comida al microondas.—el mes está por acabar y mi tía quiere que la visite.

—Quiero ir también.—grita.

—Sabes que no me gusta mucho ir, me aconseja de cosas que no hago, ni haré. No deja de alimentarme hasta que me enferma del estomago. Me sigue tratando como una niña. —los minutos pasan y el sonido del aparato me indica que la comida ya se calentó. —ya no soy una.

—Créeme que no, solo eres una amargada y ya.

No le hago caso y saco la comida.

Me dispongo a comer, tenía mucha hambre. Pero cada que doy un bocado no puedo dejar de pensar en él, en sus ojos, lo bien perfilado de su cara, el cabello negro que le cubría la frente y hacía fuego con sus cejas, las pestañas largas y...

—Sakura —chasquea sus dedos frente a mí y salgo de mi trance, otra vez.

—¿Uh? —pestañeo.

—Te estaba diciendo que saldré —me dice y asiento.