Apetito

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[Amo el dulce sabor de tus labios.]

• El tan dulce sol nació junto a la luna, uno más débil que el otro pero ambos igual de poderosos al venir de la mismísima muerte. Ambos era pelirrojos del rojo tan intenso como el de la sangre y ojos muy coloridos y que eran atrayentes, sus pálidas pieles con el delicado rosa dándole color.

• Ambos crecieron y se criaron juntos, con el mismo nivel de amor que tanto les tenía su querida madre Muerte; eran muy tranquilos y más que sus anteriores hermanos pero aunque pareciera iguales en cuanto a ese comportamiento, uno que otro tenía tendencias demasiadas voraces que aterraria a su propia familia si se enteraba. 

• Conforme ambos crecían empezaban a mostrar cierta distancia al uno estar exigido a quedarse en su habitación por la delicadeza que portaba todo su cuerpo, mientras que el otro empezaba en sus entrenamientos para proximo sucesor en trabajo de su madre. Sorell era quien ahora veía por la ventana que daba hacia el vistoso y colorido jardín del enorme templo familiar, a sus doce años no hacía más que eso; sentarse a leer, observar por la ventana u realizar y practicar labores de sus preferencias.

• Sus actitudes eran raras. Era quien desde hace un tiempo se empezaba a encargar de la cocina pero aún así, no mostraba ningún apetito terminando por vomitar todo aquello que comia; raramente tras eso teniendo un muy buen gusto cuando cocinaba y lo que le causaba a su familia mucha curiosidad, más su secreto nunca revelaba. Era extremadamente delgado por esto mismo pero no parecía importarle.

• Siempre solía esconder sus ojos bajo aquellas gafas oscuras en las cuales detrás de aquellas oscuras lunas, veían con sumo deseo a alguien cada que pasaba junto a su hermano quien se encargaba de sus cuidados hasta que se acabará el ciclo en el cual se escogería las escoltas de los semi-dioses. Encantaba ver esa zona en especial en donde se encontraba aquel chico demasiado experimentado a su vista. Lo adoraba con toda su alma.

• Mantenia sus labios en una expresión neutral para no encender las sospechas con su hermano, aun así haciendo evidente algunas veces sus insistencias en que lo llevase hacía esa zona en la que entrenaban a los futuros escoltas; rogaba y deseaba con muchas ganas que le tocase aquel en el que siempre fijaba su vista.

[...]

• Aún hacía falta un mes para que se diesen los resultados, pero el pelirrojo de las trenzas tan solo pensaba en que sus ruegos fueran escuchados; escribiendo cada vez más y más con respecto a ese chico que tanto ansiaba. Sus mejillas se coloraban y su estómago rugia al imaginar el tan dulce sabor que tendrían aquellos labios, lo suave de su piel y que tanto era aquella obsesión secreta.

• Suspiro completamente enamorado mientras abrazaba aquella libreta que tenía pequeños arañones que el pelirrojo hacía inconscientemente. Se quitaba sus gafas dejando al descubierto aquella pupila tan peculiar, que portaba un corazón destellante ante los pensamientos de su propia mente.

• El destino parecía acercarlos cada vez más; pensaba al descubrir que su hermano gemelo se había hecho amigo de pelinegro del que tanto soñaba oler su tan dulce fragancia. Quería aprovechar aquellos momentos en los que ambos estaban en la habitación, para siquiera iniciar alguna conversación pero nunca se llegaba a nada por su propia timidez y nerviosismo.

• Tiraba todo al demonio cada que estos salían, mientras estaba sacando su frustración al ser tan así en sus comportamientos ante las demás personas; volvía a su cama para seguir escribiendo en las páginas de aquella libreta que escondía de su demás familia ya que cada vez eso escritos se volvían más oscuros y sacaban a la vista lo que en realidad deseaba de aquel chico.

• Fue extraño ver como cada día más sentía más y más repugnancia hacia el siquiera oler la comida cada que cocinaba, pero seguía sin perder aquel gusto por su tal especialidad que tenía en la cocina; fascinando a sus familiares con sus tan exquisitas comidas. Tarareando una tal vez a oídos de cualquiera que lo escuchase una melodía aterradora pues la letra que susurraba era la misma que escribió en las hojas degastadas de la libreta.

[BORRADORES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora