Capítulo 5

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En algún lugar, muy lejos de National City, Mon-El estaba sentado en un bar abandonado. Estaba bebiendo un fuerte vaso de alcohol extraterrestre, la única cosa que podía darle una sensación de bienestar. La gente pasaba a su lado, pero él apenas se fijaba en ella. Lo único en lo que podía pensar era en el hervor de sus entrañas, en el furioso latido de su corazón. Su puño se cerró con demasiada fuerza en torno a su bebida y ésta explotó en forma de salpicaduras de vidrio. El camarero pasó de largo, sin ni siquiera parpadear ante el desastre, y le entregó un nuevo vaso antes de limpiar la copa y el alcohol. Mon-El ni siquiera le dio las gracias.

En la barra del bar, frente a él, estaba el último artículo de la revista CatCo, escrito por Kara Danvers. No era que fuera Kara la que lo había escrito lo que le hacía sentirse tan enfadado. No, era el titular lo que le hacía hervir la sangre.

"Salir con Lena Luthor y todas sus pruebas y alegrías", decía.

Tragó un enorme trago de alcohol y se estremeció al sentir que le quemaba el estómago. Todavía no había leído el artículo y dudaba que lo hiciera. Sólo la primera frase le decía todo lo que necesitaba saber. Kara y Lena eran algo. Tanto que Kara escribió un artículo entero sobre ellas. ¿Por qué diablos a la gente le importaba con quién se acostaba Kara? A él no le importaba.

Que se jodan, pensó con amargura, apurando el último trago para ahogar su pena y su rabia. Lena traicionaría a Kara, estaba seguro. Era imposible que las dos tuvieran una relación sana. Kara era demasiado engreída y Lena era una Luthor. Resopló suavemente y se bajó del taburete, un poco tambaleante sobre sus pies. No se molestó en pagar mientras se escabullía fuera del deteriorado bar y se adentraba en el aire fresco de la noche.

"Eh, cuidado, gilipollas", gruñó alguien al pasar junto a él.

Mon-El apretó los puños. "¿O qué?", gruñó, girándose para enfrentarse a ellos. Su expresión se transformó rápidamente en espanto cuando se dio cuenta de que era un alienígena, y la cosa era jodidamente enorme. Ocho pares de cejas se alzaban sobre una nariz ganchuda y grandes colmillos. Antes de que pudiera disculparse por haber estado a punto de chocar con el tipo, y por haber sido un gilipollas maleducado, un enorme puño le golpeó en la cara e hizo que Mon-El se estrellara contra un edificio al otro lado de la calle. El hormigón y los ladrillos se derrumbaron, cubriendo su dolorido cuerpo. Se limitó a quedarse tumbado, derrotado.

A la mierda todo, pensó consternado. Esto es una puta mierda.

          
       

FIN...

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Si te atrapo (SuperCorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora