¡Huyan de Ganímedes!

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En las Minas Calisto, ocurre la magia.

El capitalista se llena los bolsillos gracias al oro extraído de sus tierras explotadas. Viaja a lo largo de la cumbre para dominar la cima con sus pretenciosas extracciones de mineral puro y galante.

En la sima de Calisto, están aquellos hombres cuya apariencia se asemeja a la de Hércules. Son hijos de Adán y Eva, desterrados del Edén.

Los mineros que se adentran a las entrañas de las prestigiosas minas, son catalogados como hombres rudos; violentos y fuertes. De apariencia abismal y de carácter impaciente.

Sucios, ariscos y peligrosos; útiles y desechables.

Los burgueses, pretenciosos y bendecidos desde su nacimiento, se burlan de sus trabajadores y los tachan de lo peor. No respetan el trabajo arduo de los mineros; pues son seres inferiores a ellos que trabajan arduamente para llevarse un pan a la boca por una sola noche.

El mundo, dividido en clases sociales puede ser una mierda para los mortales presos de una cultura benigna... Pero puede ser también un temible infierno para aquellos humanos que son diferentes a sus semejantes.

En un pequeño pueblo minero, en pleno auge económico y cultural; dónde los sueños solo se hacen realidad si uno viene de una familia de buena alcurnia; durante el siglo XX, dos almas cuyos mundos son diferentes, pero observan a la misma Luna, unirán sus deseos carnales para crear una Revolución del amor, dónde la homosexualidad anónima será un arma de doble filo y el futuro se volverá más  incierto de lo que ya es.

En Ganímedes, dos hombres se aman de una forma romántica, se anhelan cómo compañeros de vida y como amantes de la muerte... Pero probablemente, solo estén destinados a encontrarse para jamás tocar sus corazones.

Las sensaciones puras y catastróficas del amor florecen en invierno, en el lado oscuro de la Luna.

Pobre de aquel risueño que pegue su primer llanto en Ganímedes, porque entonces, estará maldecido a no velar por la eterna felicidad.

Sí eres diferente, con ganas de romper el sistema y de cambiar la percepción de un pueblo sucumbido en la ignorancia; entonces, mucha suerte.

Pero si eres un homosexual en la sierras de Ganímedes, ten por seguro que jamás podrás ser ese astronauta que conquiste a la Luna, al menos no con vida; probablemente mucho menos en la muerte, porque podrías estar quemando tu alma pecadora en las llamas del Infierno.

Si no tienes deseos de seguir ocultando tu esencia, entonces camina  a mi lado para ser quemados por las llamas de lo que elegimos ser. Porque entonces, sabremos que el Infierno puede ser nuestro lugar seguro si eso nos permite estar juntos. Quizá, no podremos tocar la Luna, ni ser astronautas en busca de conquistar al Universo; pero seremos nosotros, un par de enamorados que odiamos la existencia; pero que nos aferramos a no soltar nuestra identidad.

Somos los revolucionarios del amor que busca la libertad, para que nuestra homosexualidad anónima opaque a las propias Lunas existentes en toda la Vía Láctea y de ese grito de presencia ante las leyes sociales de lo que debemos y no debemos hacer y ser.

Somos rebeldes que merecen amarse sempiternamente; aunque sepamos que estar juntos no es una opción, hagamos caso a nuestro corazón, creyendo que estamos destinados a quedarnos para toda la vida.

EL HOMBRE QUE SE ENAMORÓ DE LA LUNA [K.S/M.Y]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora