Era ese mismo día, el mismo día donde Chaewon había hecho esas acciones, era exactamente el mismo en el cual estaba Hyewon frente a un río mirando dudosa desde la orilla de un puente.
Las ojeras se marcaban en sus ojos y apretaba fuertemente el metal mirando fijamente. Mirando su reflejo y sintiendo asco de si misma.
Odiaba haber lastimado a su mujer y odiaba no tener el coraje para ir de una buena vez con ella.
Entonces, sus ganas de irse de éste mundo eran más que las de vivir, se sentía insegura de si misma y sobretodo, se sentía en la cuerda floja que decidía su vida. Sabía que traería sufrimiento a sus seres queridos, pero quería acabar con ese sufrimiento.
Quería acabar con todo.
El lugar estaba callado, con costos se escuchan los pájaros canturreando y las personas que pasaban estaban distraídas, por lo cual, subió uno de sus pies al barandal y miró abajo.
Siempre tuvo pánico a las alturas.
Sonaba realmente irónico que moriría con su fobia más fuerte presente.
Sin duda Eunbi se sorprendería mucho de verla así, ella había sido quien más había visto sus facetas con aquel pánico.
Miró a los costados y efectivamente no había nadie, absolutamente, con costos los pajarillos y uno que otro perro que pasaba corriendo.
Suspiró con pesadez y levantó sus brazos sintiendo el aire correr por su cara y antes de tratar de pararse en aquella baranda, miró los árboles de cerezo a sus costados.
El lugar era hermoso.
Entonces en ese momento, se levantó y jugó un poco con su equilibrio antes de intentar tirarse por aquel lugar que le daría una muerte segura.
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