Estando un poco borracho Remus entra por primera vez a un strip club sin saber que se toparía con una bailarina exótica que cambiaría por completo su vida, pero no solo la de él, sino que esto sería recíproco.
Cuando dos almas están destinados tarde...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─────── ✧ ───────
𝟷𝟹 𝚍𝚎 𝚊𝚐𝚘𝚜𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟿𝟾𝟼
Remus no sabía ni dónde había parado, solo que había caminado sin rumbo alguno con una botella de whisky en su mano y bebiendo hasta adentrarse en una zona que nunca antes vio, pero parece sacado de una película con la cantidad de carteles neón que hay en todos lados, algo que por cierto lo marea un poco y el estar medio ebrio no ayuda en nada, aún así siguió caminando sin notar que las calles en esa parte de la ciudad no son tan seguro, pero de todas formas no habría tanto que robarle, apenas tiene unos pocos dólares en su bolsillo ya que había gastado la mayoría en el metro, en comida y comprando esa botella de alcohol.
Hay días en el que está bien, si así se podría decir, pero están otros días en que se emborracha al punto de a veces quedar en la inconsciencia, un hábito que lastimosamente adquirió desde aquel día en que todo cambió. Sin embargo, últimamente ha estado intentando ya no beber tanto porque no se puede permitir perder otro trabajo más por culpa de eso, no cuando le cuesta tanto encontrar y cuando ya ha pasado muchos malos ratos a falta de dinero, aún así aquí está, nuevamente al borde de la ebriedad y para peor en un lugar que ni conoce y sin saber cómo volverá a su casa.
Ya cansado de caminar se apoyó contra una pared y se dejó caer hasta el suelo soltando un largo suspiro cerrando los ojos brevemente ya arrepintiéndose de haber salido y de comprar esa botella de whisky en lugar de quedarse en su casa a dormir.
— ¿Qué hora será? — habló solo abriendo los ojos y mirando a su alrededor.
Detuvo su mirada en un cartel neón más grande que el resto y entrecerró los ojos intentando visualizar bien pero solo alcanzó a ver la figura de una mujer y no las letras, y se quedó mirando ese lugar quién sabe por cuántos minutos pero pudo notar que más que nada entran hombres, algunos incluso tenían aspecto de tener bastante dinero desencajando completamente con la zona.
— ¿Entro o no?
Llevado por la curiosidad se levantó como pudo sintiendo sus piernas temblar por el cansancio, pero eso no fue impedimento para cruzar del otro lado de la calle y detenerse en donde supuso que se paga la entrada tras estar viendo durante minutos.
— Buenas noches ¿Cuánto es la entrada?
— Buenas noches — saludó el hombre tras la rejilla — Antes que nada necesito ver tu identificación para confirmar si eres mayor de 21 años.
— ¿Acaso me veo como alguien menor a eso? — alzó una ceja viéndolo como si fuera estúpido.
— Son políticas del lugar señor, o me muestra o se larga de aquí, así de simple.