Amor de doble personalidad

Parte 4

Después de registrarse brevemente en una clínica rápida para asegurarse de que no tenía una conmoción cerebral, Kunzite se dirigió a sucasa, tomó una aspirina y se fue a la cama.

Se despertó en los primeros momentos del amanecer y se quedó mirando el techo.

Mina! Pensó y se sentó derecho en la cama.

Probablemente me esperó anoche.

Apoyó la cabeza entre las manos y se frotó los ojos. Sabía que tenía que decírselo hoy. Incluso si eso significaba decírselo en la oficina, elengaño era demasiado difícil de continuar. Y no quería que continuara.

Ya había sido bastante difícil trabajar con ella ayer sin aprovechar todas las oportunidades que se le presentaban para hablar con ella otocarla. Tal como estaba, en realidad solo había logrado que ella perdiera los estribos y le arrojara el teléfono celular a la cabeza.

Entrecerró los ojos por la concentración, tratando de recordar lo que había sucedido después de eso, pero su memoria era borrosa y fragmentaria.

Recordó su rostro mirándolo fijamente, su mano quitándole el pelo de los ojos y...

¿La besé?

Sacudió la cabeza. Eso tenía que ser su imaginación.

Mientras se preparaba para el día, preparó su explicación para ella en su mente.

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"Buenos días, Kato-san", dijo Mina alegremente mientras cruzaba la puerta.

Él levantó la vista, sorprendido por su exuberancia. Tenía un vendaje en la frente, debajo del cabello, y estaba tratando de no frotarlo.

"¿Cómo está usted esta mañana, señor?" preguntó mientras ponía su café en la mesa.

"Estoy... bien, gracias, Aino-san", respondió, vacilante. Nunca la había visto de mejor humor.

"¡Excelente!" exclamó, "Me alegra oírlo".

"¿Bien?" preguntó ella después de que él la miró fijamente por un momento en un silencio inquisitivo.

"¿Eh?"

"¿No me vas a preguntar cómo estoy?"

"Oh, por supuesto, ¿cómo estás hoy, Aino-san?"

"Soy... ¡Maravilloso!" ella respondió, y se rió.

"Uh... ¿Puedo preguntar por qué?" preguntó, "¿Tuviste una buena noche?"

"Pasé una noche maravillosa", respondió ella, "gracias por preguntar".

"¿Lo hiciste?" Dejó su café bruscamente.

"¿Qué hiciste? Si puedo preguntar.

"Puedes", dijo, poniendo sus cosas en orden, "Salí con un amigo mío".

"¿Un amigo?" preguntó sospechosamente.

Mina fingió no darse cuenta, pero continuó alegremente:

"Sí, un amigo. Fuimos al cine, luego dimos un paseo por el parque. Y luego un paseo en su motocicleta".

"¿Ah, de verdad?" Estaba frunciendo el ceño sombríamente, y a Mina le resultaba difícil controlarse.

"Fue muy divertido. Lo más divertido que he tenido en años, en realidad. Y luego volvimos a su casa".

"Lo hiciste, ¿verdad?" Estaba de pie ahora, su café olvidado. Se ajustó las gafas y puso las manos en las caderas.

"Sí", respondió ella inocentemente.