Saldar una vieja deuda

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Durante una noche oscura, donde la soledad y el silencio se hacían amigos. Por una calle bastante tétrica, caracterizada por sus casas enladrilladas y cada vez más decadentes.
¿Qué entidad superior hubiera querido semejante hecho? Nadie lo sabe. Por leyes de la casualidad o tal vez, por otras influencias como la irresponsabilidad humana, justo esa noche se encontraban caminando dos almas dirigidas a un abismo. Adentrándose cada vez más en la boca del lobo. La madre, borracha hasta las trancas, sin ninguna otra preocupación más grande que lo difícil que iba a dormir cuando llegara a casa debido al dolor de cabeza. Estaba cada vez más ahogando la felicidad de la pobre criatura que la acompañaba.

Desde un montón de polvo y niebla, se lograba apreciar una figura corpulenta, haciendo quien sabe qué a esas horas de la noche.

La poca luz que provenía de los escasos y casi fundidos bombillos de la calle, sumado a la cantidad de alcohol que viajaba por su sangre, hacían parecer a aquel ser para la madre, una simple ilusión.
El pobre niño que, si veía un punto rojo como el de un cigarro, cada vez acercándose más y más. No podía hacer más nada que simplemente abrazar el largo brazo de su madre.
Un pobre cordero, caminando al matadero, a su muerte. A rastras de la persona que le dio la vida.
“¿Acaso había algo peor que pudiera suceder?” Se preguntaba el mismo para, ¿Consolarse?
Eran escasos los minutos que pasaron de esa pregunta, para que la madre comenzara a vomitar, al punto de casi desmayarse en el suelo.
-Venga mamá, vámonos ya a casa. – Decía el cordero mientras jalaba con todas sus fuerzas su brazo.

La madre irritada por los gritos y las molestias de su hijo, recobra fuerzas para levantarse y darle una cachetada.

-No me vuelvas a llamar así, yo no soy tu madre. -  Le dijo mientras lo agarro por la oreja, por unos pocos segundos para así volverse a ver afectada por el alcohol.

El hijo, luego de recobrar la compostura, divisó la misma sombra caminando por la otra acera. Intentando seguirla con la vista, nota como va deshaciendo su forma desconocida. Y va formándose la figura de un hombre de traje con sombrero de copa. Estaba dirigiéndose hacia ellos mientras encendía un cigarro.
La madre tirada en el suelo, logra de una vez percatarse del peligro que los asechaba. Y en cuanto ella y su hijo, se encontraban a los pies de aquel ser. Comienza a rogar que la perdone, y a pedir misericordia. No había aceptado su destino.
Con la madre abrazando los zapatos de aquel hombre, el niño se llena de valentía y carga contra él, dándole pequeños golpes en la cintura.
El hombre se deshace de aquella molestia de un puñetazo, y con una patada en la cara de la mujer logra soltarlo.
Los únicos sonidos que se escuchaban en aquella siniestra calle, eran los llantos de la madre.
Parece que al pobre cordero se le había roto una pata con la caída, no le quedaban fuerzas para levantarse, no podía hacer más nada que pedir auxilio. Mientras ve como aquel terrorífico lobo se avalanchaba contra su madre.
Dos golpes, dos golpes bastaron para dejar inconsciente la mísera mujer. Luego de que sus llantos cesaron, el hombre saca de su traje, la sentencia que pondría fin a su vida.

-PUM-

Un disparo limpio y concluso, acabó también con los gritos de aquel niño. Viendo, así como el cuerpo de su madre cada vez perdía mas signos de vitalidad, como dejaban de brotar lágrimas de sus ojos, y, sobre todo, como aquel ser se volvía a perder en la oscuridad.
El abismo resultaba tan grande para una pobre alma que se aferraba a la idea de que todo era un sueño. Y que su madre aún permanecía con vida. Sujetando la cabeza de aquel cadáver, el pobre cordero esta vez si se consolaba llorando y gimoteando a si mismo.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2022 ⏰

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