6. Conquistalo, Amalo.

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Llevemos juntos serenata
(No, no tiene caso)
Esto lo deben de saber,
Yo la guitarra y tu maracas,
Conquistalo ámalo,
Como cuando teníamos dieciséis.

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Jungkook abrazaba a su amigo mientras lloraba, le dolía saber como acabó la historia de ambos.

Pero así era la vida, tan compleja para la pobre mente humana, sin duda tratar de comprender cada sentimiento dentro de nosotros era una gran prueba, conocernos era tan complicado que aún no acababa de entender cómo existían personas que criticaban a los demás.

Raro.

—Jimin sabe todo lo que me dijiste —El pelo negro negó —Eres un tonto.

—Lo extraño mucho y vivo con el deseo de verlo cada mañana despertar a mi lado.

—Entonces aclara las cosas y comienzen de nuevo, ya no son un par de niños —Yoongi volvió a negar desde el pecho de su amigo.

—No tiene caso.

—Deja de lamentar y de pensar en el hubiera, toma lo que tienes ahora y aprovecha todo al máximo.

—¿¡Qué diablos quieres que haga!? —Gritó.

Jungkook peinó sus cabellos hacia atrás y poniendose de pie le extendio la mano a su gran amigo.

No quería verlo sufrir más, quería devuelta al Yoongi alegre y enamorado, quería de regreso a sus dos bobos y empalagosos amigos.

—Llevemos juntos serenata.

Este era el momento, era ahora o nunca, Yoongi tomó la mano de su amigo con las misma fuerza con la que había tenido el valor de regalarle a Jimin el primer clavel amarillo.

—No se donde vive.

—Pregunta a tu cuñada, estoy seguro que ella no te  negara su ubicación —Yoongi sacó su móvil y texteo de manera rápida, no fue necesario buscar el número ya que al desbloquear su móvil el nombre de su cuñada brillaba en grande, la respuesta a su pregunta llegó al instante.

—Está de visita en casa de sus padres.

—Entonces amigo, vamos juntos al balcón aquel.

—¿Tienes tu guitarra? —Pregunto el pelinegro resiviendo un asentimiento de parte del contrario.

—Tú. ¿Aún conservas tus maracas?

—Y mi buen físico —Más animados ambos soltaron risas.

Pagaron la cuenta de lo poco que consumieron y salieron en busca de aquel que era, de uno un gran amigo y del otro el amor de su vida.

Ambos salieron sonriendo, Yoongi no se había sentido tan vivo, la última vez fue cuando sus pequeños tenían un año, justo hoy esos dos hermosos bebés estaban cumpliendo sus dos añitos, y fue tonto en pensar que tal vez Jimin los llevaría como la última vez.

Pero también estaba agradecido ya que gracias a esa espera salió tarde en busca de su comida y se pudo reencontrar con su amigo y hermano, Jungkook.

Justos subieron al auto del pelirrojo y emprendieron su camino hacia ese lugar que conocían tan bien.

Las calles y el olor a frescura que traía el aire les hacía recordás todas las veces que montaron sus bicicletas en camino a pasar una tarde en casa de los Park. Jungkook se preguntaba si los señores Park aún le recordaban, pues luego de casi diez años lejos no sabía que esperar.

Claro que tampoco anhelaba una bienvenida con los brazos abiertos y besos incluidos porque llevaba al causante de muchas tristezas consigo, aunque si esperaba que los padres de Jimin al menos le dieran una sonrisa.

—Quiero vomitar —Dijo Yoongi.

—Yo también y no soy tu.

—Estoy muy nervioso, Jungkook. Y si ya tiene a alguien más en su vida.

—Yoongi, si hay algo que no cambia en las personas son los sentimientos sinceros, Jimin siempre te ha amado y dudo que una confusión lo haga cambiar de opinión, no es como si le hubieras sido infiel.

—Jungkook, Jimin me dejó porque pensó que le era infiel. Gracias por darme más inseguridad —Jungkook comprendio lo que su amigo dijo.

—Solo no te desanimes antes de tiempo.

Estacionó su auto frente a las casa de lo Park, ahora el lugar se veía hermosos, la casa que un día conocieron estaba totalmente renovada, el pequeño jardín del frente mostraba un hermoso cerezo que los tres chicos sembraron juntos, caminaron hacia la parte trasera y se encontraron un hermoso jardín que Jimin y ellos plantaron.

—Se ve muy hemroso —Jungkook asintió —. Muy bien, ahí está.

Justo sobre ellos se encontraba el balcón que daba a la ventana de Jimin.

—Solo espero que aún la use.

Jungkook acomodo su guitarra y Yoongi sostuvo con fuerza sus maracas, el pelirrojo comenzó con la bella entonacion, le siguió Yoongi con sus maracas y su voz, dentro de la pequeña habitación estaba Jimin y su mamá, el corazón del rubio comenzó a palpitar con fuerza al escuchar la misma serenata de cuando tenía quince años, los recuerdos nublaron su mente y de pronto todo lo que había soñado y esperado estaba ahí, justo bajo su balcón.

Su padre y su hermana entraron con dos niños adormilados en sus brazos, de pronto se sintió con quince años.

—Ve, hijo. Has esperado por mucho este momento.

Las lágrimas caían de sus ojos.

—No esperes más, has estado llorando toda la tarde por ese pálido de ahí abajo, hasta pensé que solo era cuestión de tiempo para que corrieras a sus brazos.

Sin pensarlo más el rubio salió corriendo hacia los brazos del pálido hombre.

Cuando abrió la puerta trasera la mirada llena de brillo de su amado le esperaba.

—Ve, conquistalo y ámalo —Jungkook codeo a su amigo que sin dudarlo más abrió sus barzos para recibir el menudo cuerpo de su amado.

En la puerta de la casa Sujim y sus padres sonreían, es que el bobo de Yoongi marcó por la tarde de manera inconsciente a su cuñada durante su platica con Jungkook.

—Dos años separados por una maldita confusión —Dijo el señor Park.

—Es que para idiotas no se estudia —Le respondió Jungkook mientras se acercaba a ellos siendo recibido con un fuerte abrazo.













——Wilan⛓️Willan——

Maracas ||YM|| Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora