-Prólogo-

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En verdad os digo que el adiós no existe: Sí se pronuncia entre dos seres
que nunca se encontraron,
es una palabra innecesaria. Sí se dice entre dos que fueron uno,
es una palabra sin sentido. Porque en el mundo real del espíritu
sólo hay encuentros y nunca despedidas,
y porque el recuerdo del ser amado
crece en el alma con la distancia, 
como el eco en las montañas del crepúsculo.



«El Profeta» -Kalil Gibran-


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Joseph:

Londres... o mejor dicho «La City de Londres» Distrito financiero histórico. Rascacielos... Trabajadores adinerados frecuentan sus bares y restaurantes.

Como cualquier día de semana, el sonido de la ciudad parecía inundar cada rincón de esta oficina. En lo alto, observaba cada detalle de la capital por aquella ventana y los transeúntes, caminaban por el asfalto húmedo. Hace aproximadamente una hora, había dado término la lluvia torrencial que acostumbra la ciudad. Algunas personas daban paso apresurado, mientras cargaban en sus brazos bolsas de compras, otras, sin embargo, lo hacían con su teléfono pegado a sus oídos. Los autos y autobuses también emitían sus propios sonidos.

En el piso 25 se escuchaba todo ese ruido, pero el que más molestaba mis oídos, era la voz de papá.

Escuchaba su balbuceo, perdido entre mis pensamientos, como en el fondo del agua, desesperante. Mientras le daba la espalda mirando por esa gran ventana.

Hace mucho, su voz y su presencia se habían convertido en una molestia.

Desde que obtuve conocimientos financieros trabajo a su lado, pero nunca me comprometí, a quedarme a cargo de sus negocios.

Gracias a eso me independice, pago mis estudios y todas las manías que quiero. Si bien, las finanzas se me daban, era algo que no me hacía feliz. El trabajo con mi padre se había convertido en una carga diaria.

Eran conversaciones incesantes cada vez que papá pasaba por la oficina. Lo mismo de siempre.

—Tienes que estar más presente en los negocios familiares —reclamaba cada día, cada vez que nos veíamos.

No preguntaba por mis estudios, mi vida aparte de esta oficina o simplemente un «Hola hijo, ¿Como te sientes hoy?» A pesar de su falta de desinterés y de apoyo, yo, seguía adelante

Hace mucho mi vida había cambiado. Ya no era el mismo, me había perdido entre todo lo que di, y me preguntaba: ¿Este soy yo? La relación que había acabado con parte de mi vida hace mas de dos años me había consumido, dejando una serie de incógnitas, preguntas que jamás fueron respondidas, y ni si quiera un «Lo siento Joe». Eso fue lo que espere durante mucho tiempo. Una disculpa que jamás llego.

𝑪𝒂𝒇𝒆 𝒆𝒏 𝑳𝒐𝒏𝒅𝒓𝒆𝒔 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora