Prefacio

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Año 1931. Hagerstown, Maryland (EEUU). La crisis del 29 había azotado todo el continente extendiéndose por Europa. La bolsa había caido en picado y los felices años 20 habían pasado a la historia. Negocios de todo tipo, acciones, actividades de ocio... todo estaba reduciéndose hasta el punto en que la pobreza, el paro y el hambre empezaron a ser algo común en el día a día de Estados Unidos.

Esta pequeña ciudad de Washington, tenía un circo a las afueras. El circo de los hermanos Stravinski, lo llamaban. En él trabajaba Edward, un chico de 17 años con grandes dotes como trapecista, pero su destino no fue el que esperaba.

La crisis también afectó al circo, la gente ya no tenía dinero para divertirse, dejaron de ir y esto supuso que los gastos fueran en aumento, reduciendo los beneficios a cero. El circo entró en quiebra y todos los que en él trabajaban quedaron en el paro.

Como muchas otras familias americanas, los trabajadores del circo decidieron irse de la ciudad tras amenazar al dueño para que les pagara todas las deudas que tenía con ellos y esto, de alguna forma, fue lo que acabó con sus vidas.

Ese día Edward se levantó temprano para coger, junto con sus compañeros, el tren rumbo a Argentina. Tren que nunca llegaría a su destino.


7:30 a.m, 13 de junio de 1931, estación de tren de Hangerstown, Meryland (EEUU). Todos cogían ese tren esperanzados de poder dar un nuevo rumbo a sus vidas lejos de aquel lugar, pero el dueño del circo, loco por todas las deudas que llevaba atadas al cuello, decidió acabar con su vida y la de todos los que pretendían alejarse de sus problemas. Ese día, en ese tren que estaba ahora pasando las fronteras de Washington, el dueño del circo consiguió entrar en la locomotora y hundir un pequeño cuchillo en la piel del conductor. Ahora él tenía el poder, tenía la vida de cientos de personas en sus manos. <<Si yo me voy... ¡vosotros vendréis conmigo!>>, gritó con una cínica sonrisa y un brillo psicópata en los ojos. Bastó con accionar una palanca para que el tren girara por una vía deshabilitada, esto fue suficiente para descarrilar, fue suficiente para acabar con la vida de toda esa gente...


Hay quien dice que cuando el tren pasa por esa zona fronteriza de Washington, se puede oír la risa frenética del loco dueño del circo.

También dicen, que la carpa del circo sigue en pie en alguna parte de un pequeño bosque de la ciudad de Hangerstown y los espíritus de los trapecistas, payasos, domadores y otros trabajadores, están encerrados entre las viejas telas que un día formaron las paredes del circo de los hermanos Stravisnki, exigiendo venganza.

Todos los 13 de junio, si te internas en el bosque, podrás oir la risa de los payasos y la música de la pequeña banda circense. Ese día hacen uno de sus mejores espectáculos esperando a un público que nunca apareció...


Pero todo esto son solo leyendas, ¿no?

Dance in DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora