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Rastros de un amor.

La noche anterior nos habíamos reunido en la biblioteca con objeto de hablar una vez más, como ya era costumbre, de los sucesos de mayor importancia que necesitaban de un intercambio de ideas casi por obligación, y del cual nosotros cuatro éramos partícipes en la gran mayoría de los casos.

Para finalizar con la jornada, terminamos por desembocar en una inquietante conclusión que, si bien era dura de aceptar, carecía de todo menos de sentido; y es que entre nosotros hay un delator, un espía, alguien que muy probablemente mantenga una relación de beneficio mutuo con Isabella, o algo por el estilo.

Quizás debería sentir algún tipo de remordimiento interno por tener ciertos candidatos en consideración; pero lo cierto es que no siento culpa alguna, y es que no pude evitar analizar a mis hermanos e ir descartándolos uno a uno hasta sentirme satisfecho con las pocas opciones que me quedaban, y de las cuales no pude indagar mucho más únicamente especulando. Solo quedaba esperar y actuar en base al desarrollo de la situación de aquí en adelante.

Pensamientos del mismo género inundaban mi mente y, sin embargo, no me detenían de continuar con mi labor, que era llevar a cabo el lavado junto a Emma, Norman y Ray.

Tendí una última sábana blanca en su respectivo lugar, sintiendo el aroma a jabón que la misma dispersaba por el ambiente como consecuencia de haber sido enjuagada hace tan solo unos minutos atrás, mientras disfrutaba por un corto instante de la simpleza detrás de hacer tareas domésticas junto a mis cercanos, y deseando muy en lo profundo de mi ser nunca perder este tipo de momentos propios de la cotidianidad; una cotidianidad que temía llegar a extrañar en un futuro no muy lejano.

Entonces, una voz conocida rompió el silencio, devolviéndome a la realidad:

—Hoy podemos jugar en grupos —propuso Norman.

—Es cierto que huir por separado solo hará que la mayoría terminen muertos —afirmó Ray, sin tardar ni un segundo en seguir la conversación.

Como siempre, Ray habla sin escrúpulo alguno cuando tratamos estos temas, y eso en definitiva no le gusta nada a Emma. A mí, por otro lado, me parece hasta divertido lo insensibles que pueden llegar a ser sus palabras. Es un rasgo de él al que ya me acostumbré.

— Bueno, la verdad es que movernos siempre en conjunto es una de las mejores opciones que tenemos —coincidí, dándoles la razón.

—Ahora, tengo otra propuesta —continuó el albino—. Hablemos de esto con Don y Gilda. Una vez que les expliquemos, también podremos tenerlos en cuenta en este tipo de situaciones.

—¿Y si uno de ellos es el espía de mamá? —planteó Ray.

—No te preocupes por eso, de esta forma podemos incluirlos en el plan y comprobar si son su fuente de información. Ya les tendí una trampa.

Como no era de extrañar, Norman ya lo tenía todo planeado de antemano, y ya estaba más que preparado para jugar sus cartas.

Curvé los labios en una sonrisa, totalmente a gusto con su astucia natural, aprovechando a sincerarme quizás un poco más de la cuenta:

—Como siempre, vas un paso adelante. De hecho, esa es una de las cosas que más me gustan de ti.

[...]

Nuestra sesión de las traes, que ya se había vuelto casi diaria, marchó bien una vez más. La idea del escape grupal fue bastante buena, sobre todo fructífera, pues de esta manera todo se facilitaba al menos un poco.

Si seguimos así, y si contamos con el amparo de Dios —en el supuesto caso de que exista uno—, tal vez podríamos llegar a hacer posible lo imposible.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2023 ⏰

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Entre noche y día | Norman, Ray x Male reader | The Promised NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora