Capitulo 12

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Estaba durmiendo profundamente cuando escuché ruidos en la parte de debajo de la casa, parecía la voz de Carina.

—¡Alessandro, Alessandro! —gritaba una y otra vez.

Encendí la lámpara y me levanté de la cama. Carina entro en la habitación, parecía que había tomado de más por el sonido de su voz y sus pasos. Furiosa miró a su alrededor esperando encontrarlo

—¿Dónde está mi prometido? —preguntó.

—El señor Marchetti se fue muy temprano, no sé a dónde ha ido —le contesté.

Ella se acercó hasta llegar a la cama, fijo su vista en el armario y empezó como una loca a sacar toda la ropa de allí adentro, la lanzó al suelo furiosa.

—¡Quiero que te largues de una vez por todas! —exclamo furiosa—. Tú eres lo peor que ha llegado a nuestras vidas, peor que una plaga —agrego con frialdad.

Trague en seco y la detuve antes de que siguiera botando las cosas a un lado.

—Usted ha bebido de más, sé que está furiosa por lo que ha pasado pero si estoy aquí es por petición del señor Alessandro, va enfurecerse si me voy.

Ella me miro y después soltó una risa

—Alessandro te tiene aquí por ese bebé, pero olvidas que nos casaremos y tú desaparecerás, aunque puede que lo hagas antes, ya que no le interesa en lo absoluto ese bebé, le ha dejado de importar. ¿Olvidaste el acuerdo que te hizo firmar?

—Ese acuerdo ya no tendrá validez, Alessandro ha dicho que podré quedarme con el bebé es mi hijo y no se lo voy a dejar a otra persona, menos a usted.

—¿Alessandro te dijo eso? —se burló—. Vaya que eres ingenua, a Alessandro lo único que le interesa es que su imagen no se venga abajo, cosa que contigo a su lado no logrará, porque lo podrás en vergüenza de todos, si disolvió tal acuerdo debió romperlo, dime ¿acaso lo hizo Chiara?

Me quede en silencio.

—Claro que no lo hizo, no lo hizo, ¡porque te mintió! Ahora que sabes la verdad dejaré que te vayas.

Me arme de valor y comencé a recoger la ropa del suelo, no le daría la atención a Carina, estaba borracha y dolida. No podía creerle, sin embargo ella me tomó del brazo y me arrastró fuera de la habitación.

—¡Que te largues maldita sea! —exclamo.

Intente luchar contra su agarre, intente quitármela de encima cuando me bajó bruscamente por las escaleras hasta la entrada de la casa, grite pidiendo ayuda, pero nadie vino. Carina me saco de la casa, ni siquiera pude tomar el móvil en mis manos para alertar a Alessandro de lo que había sucedido.

Solo me quede allí sin poder hacer nada, en medio de la solitaria calle.

Caminé algunas calles lejos de la casa, había estado esperando a Alessandro durante un largo tiempo hasta que sentí que no podía quedarme allí sintiendo el frío calarse por mi cuerpo, me enfermaría y todo sería peor.

—Voy a buscar una solución, prometo que la buscaré me dije a mi misma.

Sin dinero, y sin saber a dónde ir, decidí que lo mejor seria buscar a Alessandro en sus empresas, pero estaban muy lejos de la casa. Además de que empezaba a creer en la teoría de la rubia sobre aquel acuerdo sin romper.

No sabía quién mentía de los dos.

—Adiós muñequita —escuché la voz de un hombre gritarme mientras caminaba por una de las calles de aquel sitio.

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