Yoko Meshi

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Olha que coisa mais linda
Mais cheia de graça
É ela menina
Que vem e que passa
Num doce balanço
Caminho do mar

Moça do corpo dourado
Do Sol de Ipanema
O seu balançado
É mais que um poema
É a coisa mais linda
Que eu já vi passar

Ah, por que estou tão sozinho?
Ah, por que tudo é tão triste?
Ah, a beleza que existe
A beleza que não é só minha
Que também passa sozinha

Ah, se ela soubesse
Que quando ela passa
O mundo, sorrindo
Se enche de graça
E fica mais lindo
Por causa do amor

—¿De qué habla la canción?

—¡Oh! ¿Jamás has oído la versión de Sinatra? Es una canción de amor, realmente preciosa — sonrió Freddie, tomando otro sorbo de su caipirinha con total elegancia. Brian hizo una mueca de insatisfacción al no haber, en efecto, escuchado la canción antes, porque era simplemente un sueño.

Si bien estaba seguro de que el cantante tenía algo que ver. No solo por su voz rasgada y suave y extremadamente sensual conforme dejaba escapar la preciosa letra en portugués de la canción, sino por sus preciosos ojos azules que parecían contener el mar del litoral brasileño en ellos, y que contrastaba a la perfección con sus facciones delicadas y ese cabello rubio que no hacía si no recordarle al radiante sol de verano que los andaba acompañando en esas fechas. Ese chico, que debía tener su edad a lo mucho o al menos eso esperaba, era un ángel caído del cielo.

El momento en el que anunció en el trabajo que se iría Rio de Janeiro con su grupo de amigos de la universidad por las vacaciones le habían advertido que la gente local era sencillamente hermosa. Los había visto antes, en fotos y videos, todos morenos luciendo esos bronceados perfectos. Con ojos de almendra y cabellos castaños. Sabía también que la genética los favorecía, todos robustos y acuerpados, como tallados por los mismos dioses. Él esperaba, de hecho, ser lo suficientemente afortunado de llamar la atención de una de aquellas despampanantes criaturas y, aunque sonara ridículamente infantil, conocer al amor de su vida en ese viaje de semana y media.

No obstante, el joven del escenario difería mucho de la imagen estereotípica de un carioca.

Es más, lucía incluso más europeo que él mismo, pero su manera extrovertida y en extremo espontánea de desenvolverse al momento de bajar del escenario del bar-karaoke, moviendo las pocas caderas que presumía y sonriendo con total coquetería al notar que lo estaba mirando, era en demasía lo opuesto a lo reservados e incómodos que podían ser los ingleses en suelo extranjero.

Además que, por la manera amigable en el que el dueño del lugar se le acercó mientras devolvía el micrófono, y el cómo platicaban en un fluido y perfecto portugués, no hizo sino convencer a Brian de que el muchacho era de ahí, y que probablemente frecuentaba el lugar. Aunque, con suerte, quizás hablaba inglés y podía atentar el entablar una conversación sin quedar tan mal. Después de todo, el rubio regresó a verlo una vez más, sonriéndole un poco más tímido, antes de darse la vuelta y dirigirse a una de las mesas donde sus amigos lo estaban esperando.

Uhhh... ¡May! Creo que te conseguiste un admirador, ¿hm? —comentó Tim al notar que el rizado y el rubio seguían intercambiando miradas furtivas de vez en vez, y que ninguno de los dos parecía incómodo por ello, sino todo lo contrario; por la manera interesada en la que le ojeaba el de ojos claros, y la sonrisa babosa que se cargaba su mejor amigo en respuesta.

Brian viró los ojos, y negó despacio.

—No lo creo. Solo me encontró mirándolo y no quería parecer un loco así que lo acepté, y le sonreí, pero ahora no sé qué hacer. Todo escaló demasiado rápido —murmuró Brian, completamente inseguro de aceptar que sí, probablemente el otro estaba interesado y ahora dependía de él el no meter la pata y echar todo al traste.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2023 ⏰

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᭙ꪮ𝓇𝒹𝓈  ꪮ𝒻 ℓꪮ𝓋𝑒 | ᴍᴀʏʟᴏʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora