Lo vio perpleja. ¿Era real la imagen de su sobrino que estaba ante sus ojos?
— ¡¿Qué te has hecho en la oreja?!
Gon palideció. Había olvidado quitarse un par de piercings que adornaban sus orejas desde hacía un tiempo.
— Pu-puedo explicarlo, Mi-Mito-san. —Gon tartamudeaba a la vez que sus manos se movían exageradamente.
— ¡¿Es que acaso eres un marica?! —Soltó despectiva.
Gon reprimió una queja y agachó la mirada.
No lo había negado.
Su tía cambió su rostro furioso a uno de sorpresa y juntó ambas manos para cubrirse la cara. Él pudo notar cómo sus orejas se tornaban rojas pero no sabía si eran de vergüenza o de enojo.
Y el tono de voz que usó, no le ayudó a descifrarlo.
— Gon ¿po-podrías dejarme sola? —Suspiró mientras buscaba apoyarse en una silla y luego tomaba asiento.
El pelinegro dio un brinco y retrocedió un par de pasos asustado por su reacción. Tomó impulso y corrió escaleras arriba hacia su habitación donde al entrar, cerró la puerta y se deslizó en ella hasta tocar el piso. Abrazó sus piernas y se soltó a llorar.
Se sentía horrible. Se sentía horrible por muchas razones.
Sabía que su tía se encontraba decepcionada de él y es por ello, que durante mucho tiempo había intentado evitar este momento.
Existieron momento en los que, incluso, él mismo, pensó en decirle a su tía que sí, que desde hace mucho se había dado cuenta que era gay. Pero entonces caía en cuenta de que tener una respuesta positiva de parte de ella, era imposible. Era su tía de quien se estaba hablando, después de todo. Un ama de casa conservadora, con pensamientos patriarcales y fieles creencias religiosas.
Todo concluía en un firme rechazo hacia él.
— Supongo que iré preparando mis cosas. —Como pudo, se puso de pie y caminó hacia su cama.
Tanteó bajo ésta y sacó una bolsa. Realmente estaba dispuesto a irse.
— ¿Debería siquiera avisarle o sólo ir- —Un golpe a la puerta le interrumpió su cuestionamiento.
Sabía quién era. Nadie más vivía con ellos.
Otro golpe.
No le salían las palabras, así que sólo se dirigió a la puerta y la abrió. Mito-san estaba de pie frente a él. Quería llorar nuevamente.
— ¿Puedo pasar? —Preguntó su tía amablemente. Con el mismo tono en el que siempre le hablaba, cosa que lo tranquilizó.
Asintió y se hizo a un lado. Su tía notó que el pelinegro no iba a empezar la conversación por lo cual, en busca de algún incentivo, le dio un vistazo rápido a su habitación hasta que su vista se centró en la mochila sobre la cama.
La mochila que usaba cuando iba de excursión por días. Estaba claro que él pensaba hacer una, pero sin regreso alguno.
Un miedo la invadió y lo tomó entre sus brazos mientras lo acercaba hacia ella.
— ¿Qué pensabas hacer? No puedes abandonarme. —Eso había sido suficiente para que Gon se aferrara a su agarre y empezara a llorar en su hombro.
Él no quería abandonarla. Él sólo no quería ser una decepción ni un estorbo para ella.
— Mito-san, yo no quiero irme de tu lado. —Gon soltó en voz baja.
— No hay necesidad de eso. Tú y yo vamos a estar juntos, no pasa nada. Ya verás cómo se solucionan las cosas. —Tomó ambas manos de su sobrino entre las suyas y le sonrió.
A decir verdad, no sabía si fue por el abrazo o por el momento que estaban teniendo, pero Gon no le puso tanta atención a las palabras de su tía.
¿Solucionar qué?
Daba igual. Su tía estaba ahí, abrazándolo. Nada le importaba más que eso.
No había sido rechazado.
¿Verdad?
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amén | killugon
Fanfictiondonde gon es un chico desviado y confundido a los ojos de su tía quien desesperadamente, pide ayuda. o donde killua es un sacerdote dispuesto a ayudar a esta pequeña alma perdida a encontrar su camino... o incluso, capaz de sumergirlo aún más a su p...