Capítulo 8

26 2 0
                                    


Malia y Lara me hablaron para preguntarme que como me iba y que si tenia un hueco para quedar, pero estaba demasiado ocupada con lo que Enzo me había pedido que investigara como para hacer nada más.

He encontrado muchas cosas, pero no sé si termino de encajar en este mundo, de todas formas, esto es un juego, no es como si fuéramos a empezar a salir, solo se que lo que pasó el otro día por extraño que fuese me gustó y lo quiero repetir.

Mentiría si no dijera que esto me asusta, no soy super tolerante al dolor, no entiendo porque alguien querría que le hicieran daño voluntariamente, pero si que veo posible ese gusto por que alguien tenga poder sobre ti, será porque yo sentí eso mismo por un instante con él.

Mientras miro por internet veo cosas que realmente me aterran, me planteo si hice bien en decirle que me gustaba este tema. Cera de vela, arañazos... creo que no encajo en esto.

Cam

Enzo, creo que esto no es lo mío...

Enzo

No mires más, no te asustes, yo te explicaré todo.

Lo dejo y me voy a dormir, estoy preocupada, no se si encajo en esto, no se si Enzo es buena persona, pero por otra parte no puedo evitar sentir curiosidad, no sé que pasará, pero estoy dispuesta a probarlo.

Me despierto temprano y me preparo para ir al trabajo, esta vez sí que desayuno. Estoy nerviosa, hoy no es un día más, tengo que hablar con Enzo, tenemos mucho que resolver en el poco tiempo que nos conocemos, me da tanta vergüenza... Cuando llego a la casa de Thiago y Emma me paro un momento para respirar antes de llamar al timbre, cuando entro me recibe clara, Thiago y Emma han salido, voy a la habitación y me pongo la ropa que tengo preparada para hoy, cojo los productos de limpieza y empiezo mi trabajo.

Cuando ya tengo todo empiezo a limpiar la parte de abajo, friego la planta entera y limpio el polvo de todos los muebles.

- ¿Sabes? Se me ocurren muchas cosas que hacer con ese plumero. - Me sobresalta la voz de Enzo que estaba apoyado en el marco de la puerta del salón mirándome.

- ¿Cómo qué?

- Un mago nunca revela sus trucos.

- Ahora me entero de que haces magia.

- Eso es porque aun no te he tocado. - Me recorre un escalofrío desde la parte baja del vientre que intento disimular.

- Eres un flipado

- Lo que tu digas. – Se encoje de hombros. – Tenemos algo de lo que hablar, ¿no? - Ahí viene el cosquilleo en la tripa de los nervios...

- Si, creo que sí.

Hablamos de que cosas si estaba dispuesta a hacer y que no, lo cual me alivia, se tiene en cuenta en todo momento que es lo que yo quiero y mi seguridad, además le veo bastante abierto en cuanto a mis peticiones de ir despacio y no saturarme. Entiendo que tengo deberes y responsabilidades y que esto es algo profesional, nada más allá que haga que complique las cosas, por el momento así esta bien, es como tener relaciones esporádicas con alguien solo que añadiendo el placer por el dolor y la satisfacción por complacer al otro.

- Tendrás normas y deberes que deberás cumplir.

- Y si no las cumplo tendré castigos y todo eso, si, lo entiendo.

- Siento ser repetitivo, pero quiero que te quede todo claro y que no te asustes.

- Tranquilo, está bien.

- Entonces, ¿Serás mi sumisa?

- ¿Cuándo empezamos?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 19, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Soñando con esposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora