Tenemos un trato

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Una hora antes de la que me citó Ursa, llego a su palacio bien vigilado por los 30 guardias habituales al frente.

Respiro hondo, tomo un gancho de cuerda, me pongo mis guantes y entro por un muro.

Debo ir sigiloso y con cautela, si llegaran a encontrarme intentando entrar no preguntarían antes de disparar.

Pasando entre los arbustos llego finalmente a la pared del palacio principal, que está muy bien iluminado para mi mala suerte.

Busco algo en mi mochila que me ayude en esta situación, y solo encuentro una granada débil, una cuerda, un arma de electrochoque y una bomba de humo verde. No hay nada sigiloso...

aunque...

Tomo entonces la bomba de humo, desprendo de ella el seguro y la arrojo lo más lejos que puedo del palacio, lo suficientemente cerca de los muros para que los tiradores no me vean subir.

Espero un momento y los guardias se alertan, los tiradores se dispersan, los que estaban abajo suben a las murallas bien atentos a que nadie intente entrar.

Esta es mi oportunidad.

Subo con el gancho de cuerda, un dispositivo que dispara un cable con un gancho que se clava en la punta, sirve bien para escalar o alcanzar cosas lejanas.

Cuando llego a la azotea busco a los 4 guardias habituales.

Caigo sobre el primero como una sombra y lo electrocuto.

Camino un poco más y cuando llego con el segundo, de la misma manera solo se ve mi silueta pasar y en un segundo el guardia queda tirado en el suelo.

Hago lo mismo con el 3° y 4°.

Palacio relativamente despejado, almenos por un rato, ya pasaron veinticinco minutos, faltan treina y cinco para ver a Ursa.

...

«me aburro...»

Bajo con cuidado a los balcones que hay hasta dar con la habitación de Ursa. Las ventanas están todas cerradas.

─ahí está!─ se me escapa. Nadie escuchó (por suerte) pero debería guardar más silencio.

Ursa está buscando algo en su armario, saca sueteres, blusas y camisas que tira en la cama. Termina decidiendose por tomar un pijama negro, con dibujos de estrellas y lunas.

«Linda elección»

Comienza a desvestirse y la veo llendo al cuarto de baño.

Salto a la ventana del costado y me sujeto con fuerza del marco, ya que esta no cuenta con balcón.

Entra y toma una toalla, luego se gira y cierra la puerta.

«No puedo ver nada...»

Es decir... no es que quiera verlo, que tontería.

Regreso al balcón y me siento en la orilla, intentando que no me vean. Allí observo las estrellas... bueno... lo que aún se puede ver, hay muchas luces en muchos lados.

...

Pasan casi 30 minutos. ¿Qué tanto hace una reina mientras se baña?

Bajo la cabeza y escucho entonces el sonido de la puerta del baño abrirse.

«Al fin...»

Me levanto e intento verla. Está secando su cabello, tiene la parte de atrás de la pijama abierta, no usa nada más.

Sube el cierre, se seca el cabello y revisa la hora, al verla se dirije rápido hacia la puerta del balcón.

«Oh, no no... ¿Qué hago?»

All the things I didDonde viven las historias. Descúbrelo ahora