Ha empezado a llover en Quintana del castillo pero sigue lleno de gente, mis fieles invitados. Hoy es mi boda y mi prometido acaba de fallecer, hace dos horas. Sonará extraño pero es así. Un zorro se le cruzó en mitad del escarpado camino que separa la bifurcación entre Ferreras del puerto y la hermosa villa de Las Muñecas y murió.
Todos tratan de consolarme y no sé como reaccionar. Me voy a casa. Necesito un tiempo para estar sola. Al llegar a casa lo primero que hago es entrar en la habitación y vislumbro entre las sombras un gran trozo de madera quebrada y agrietada, él me prometió arreglarla y ya no podrá hacerlo...
Paso con cuidado hacia la cocina donde me enseñó a cocinar su comida favorita, aquellos dulces que con cuidado le horneaba cada Domingo de otoño y mi famoso y exquisito pastel de calabazas decorado con virutas de chocolate y coco rallado que tanto le gustaba saborear. Llego a la mesa, a su asiento favorito, maldito seas Leonardo, ¡MALDITO SEAS! A pesar de ser bueno a ojos de todo el valle nunca supieron en el infierno en el que vivía.
La madera destrozada donde tú me golpeaste y yo caí. La cocina, el lugar donde me enseñaste a golpes que así no se cocinaba. Tu silla favorita, donde no podía sentarme por que guardabas entre sus cojines aquellas malditas cartas misteriosas y en la cual yo sin saberlo, cuando lo intenté y las descubrí casi estuve a punto de que me rompieras una pierna.
Ya no aguantaba más y esta mañana cuando me animé a confesarte que no me quería casar, me tiraste el café ardiendo encima, quemándome la piel y dejándome claro que si no era tuya no era de nadie más y así, saliste corriendo cruzando los caminos tan enfurecido...
Maldecías mi nombre a los vientos, haciendo redoblar las ramas de los arboles con tu furia y jurando que acabarías conmigo, pero se te olvidó la llave de la puerta trasera todavía entre la cerradura, la que da justo al bosque. Eché comida, solté todas tus ovejas y enfurecí a los lobos con el olor de tu propia sangre, la sangre fresca de tus nudillos impregnada todavía en mi vestido.
Fue muy fácil acabar contigo...
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Historias, calabazas y finales felices
FantasíaEn el nublado, nubladísimo bosque de las Muñecas, se esconde un oscuro pasado lleno de misterio y leyendas tan antiguas como su propio origen. Un pequeño y entramado pueblo leonés que trae consigo enredos ocultos y terror entre sus muros. Brujas, c...