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Estoy encerrado en una habitación, hay una mujer llorando muy fuertemente en una esquina y al fondo hay una puerta muy desgastada que podría abrir con facilidad. Pero no puedo salir, no porque yo no quiera, sino, porque cada vez que me acerco a la puerta, la señora deja de llorar y comienza a sonreír...

Cuentos para monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora