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—Entrenar así no va a cambiar el hecho de que seas el mismo niño débil de siempre, lo sabes,¿no?

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—Entrenar así no va a cambiar el hecho de que seas el mismo niño débil de siempre, lo sabes,¿no?

Le sube a la música, tratando de que así, su padre sepa que sus palabras se las va a pasar por el culo como si fuera papel higiénico.

Como sea, nada podría borrar la felicidad de su ser en este momento. Había sido aceptado en la mejor secundaria del país.

Claramente, a su padre le dio igual. Pero él soñaba con asistir a aquella secundaria. Tendría mejores oportunidades, podría estudiar lo que quisiera y donde quisiera, lo mejor, no tendría que ver a ese demonio el resto de su vida.

Hace más de un año, se rindió con respecto a acusar a su padre, simplemente no puede. Lo tacharían de loco. Porque aquel era el mejor hombre sobre la tierra y sería incapaz de hacerle daño a su propio hijo.

No tiene testigos y el maldito se asegura de no dejarle marca, al menos no tan notable.

Así que decidió que, la próxima vez, devolvería el ataque. Al fin y al cabo, el hombre ya era un anciano y él tendria la oportunidad de molerlo a golpes.

Se entrenó a si mismo con cualquier rutina que encontrara en internet, subiéndole la intensidad cada que podía.

Obviamente, su padre accedió a comprarle todos los elementos que necesitara, ya que estaba convencido de que, al fin, se estaba convirtiendo en un “macho”.

Que se lo diga al porno gay que ocupaba todo su historial de internet.

Después de lo que pasó hace más de dos años, su cabeza se llenó de razones por las cuales eso estaba mal.

Él estaba mal.

Y después de meses atormentándose, entendió que solo es un gusto diferente a los demás porque definitivamente no le atraían las mujeres. Es como si despreciara a otra persona porque le gusta una banda diferente a la suya.

Era sencillamente ridículo.

Dejó de darse asco a sí mismo y empezó a darle asco lo hipócrita que era la sociedad.

Cuando su padre notó lo fuerte que se estaba haciendo, empezó a maltratarlo psicológicamente.

Y aunque no quisiera, siempre terminaba dándole importancia a sus palabras.

Excepto hoy.

Sale de la cochera, donde está ambientado su pequeño gimnasio personal y empieza a trotar, corriendo unos lapsos de tiempo cuando su reloj indique.

Empieza a maldecir el sol por el calor que estaba haciendo, aunque era obvio por las horas. Decide descansar en una banca que quedaba en medio de un parque y la playa. Da gracias a la sombra que el árbol tras él brindaba porque siente que se va derretir en cualquier momento.

Da un sorbo de agua, gustoso del fresco que inundo su garganta, hasta que oye un gritó tras él que lo toma por sorpresa.

—¡Maldición Minho, eres muy lento!

daddy issues ; minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora