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Desperté con pereza. Estiré mi mano al otro lado de la cama, Harry no estaba ahí.

Había olvidado que no dormía todavía conmigo, después de tantos años siempre teniéndolo a un lado al despertar.

Asomé mi cabeza debajo de la cama, al otro lado. Ahí estaba mi esposo, descansando en el piso a elección suya. Se veía jodidamente tierno y lindo dormido.

Extrañaba besarlo cada día al despertar. Sobre la cama. Era la único que nos faltaba por hacer y yo tenía ganas de dar el primer paso con ello.

Pasé el dorso de mi mano sobre su pómulo. Apretó sus ojos con fuerza debido al contacto. Volví a pasar de nuevo mi mano. Abrió sus bellos ojos esmeralda con un poco de pesar.

Sonrió al verme en la cama. No me contuve, me estiré un poco para depositar un beso sobre sus labios. Harry lo aceptó, tanto así que con una mano tiró de mí para dejarme caer encima suyo. Envolvió sus manos en mi cadera, yo puse las mías sobre sus mejillas. Volví a besarlo. Extrañaba tanto esto.

—Buenos días, mi amor.— murmuré sobre sus labios.

—Muy buenos días, mi pequeño sol.— dijo con esa voz ronca de cada mañana.

Por la noche, no lo vi poner sus cosas sobre el piso. Harry me miró con una sonrisa burlona, mi cara expresaba emoción por imaginar tenerlo durmiendo de nuevo al lado mío.

—¿Qué te pasa, cielo?— rio de pie al lado de nuestra cama.

—¿Ya vas a dormir conmigo?— pregunté con ilusión.

Harry subió su rodilla sobre la cama, permitiéndose acercase más a mi. Apoyó su peso sobre sus manos hechas puño. Besó mi nariz y mis labios.

—Sí, mi cielo.

Después se dejó caer en la cama. Me rodeó con sus brazos, abrazándome con fuerza contra su pecho. Teníamos entrelazadas nuestras manos encima de mi estómago.

—¿Qué es lo que te hacía falta para dormir conmigo?— murmuré ya cansado, a punto de dormir.

Dejó un pequeño beso en mi cuello.

—Saber que me perdonaste al fin.

—Eso lo hice desde que te nos dimos esta oportunidad.— jugué con su anillo.

Sentí su cabeza moverse de un lado a otro, negando.

—Tenía que estar seguro. Esperé a que tú quieras besarme, eso es un perdón tuyo.

Arrugué mi entrecejo.

—¿Por qué?

Harry rio.

—Cielo, cuando estás enojado puedes hablarme de la forma más linda que quieras, pero no me besas. Y esta mañana tú quisiste hacerlo sin que yo te lo pidiera o te diera señales. Así que, gracias.

—De nada.— acepté que varias cosas de ahora habían dependido de mí. —También gracias a ti.

—¿A mí?

—Por querer luchar por nosotros cuando yo casi me rendía.— mis ojos se llenaron de lágrimas, corrieron unas pocas.

—Fue mi culpa. Pero yo caminaría a través del fuego por ti, mi pequeño sol.

Después de eso, ambos nos quedamos en silencio. Tal vez pensando, como yo, con el pensamiento de quemar esos papeles de divorcio porque ya no harían falta.

Aprendimos de nosotros. Harry entendió su error y lo corrigió. Ahora sabíamos que pasamos por un momento difícil y pudimos superarlo juntos, supimos que después de eso, nada podría contra nosotros.

—Cielo...

—Dime.— me giré para verlo de frente.

—Hay algo que se me quedó en la mente desde que me diste esos papeles.

—¿Qué?— acomodé sus rizos que caían sobre su frente. 

—Dijiste que era bueno no haber tenido niños. ¿Lo dijiste porque al divorciarnos tendríamos que discutir sobre la custodia? ¿O por algo más?

—Sólo por eso. No se me hace lindo que un pequeño se divida entre sus papás.

Harry entrelazó nuestras manos. Frotó su pulgar sobre mi mejilla. Besó con cuidado mis labios.

—¿Por qué no tenemos un bebé?— bajó su voz.

Sentí mi corazón acelerarse. No habíamos hablado como tal de ese tema. No nos sentíamos listos desde que nos casamos, menos con todo lo que pasamos.

—¿Hablas en serio?— sonreí un poco.

Harry asintió.

—Creo que estamos listos. Si tú quieres.... Podríamos empezar a intentarlo.— besó el dorso de mi mano. —Te amo, y creo que quiero un pequeño tú. Una pequeña extensión tuya y mía.

Lo besé con benevolencia. Harry jadeó cuando me abalancé encima suyo. Posó sus manos en mi espalda, siguiendo el ritmo de mis labios. Me separé, creando un chasquido de nuestros labios.

Me miró. Tenía sus ojos muy abiertos, brillosos y dilatados. Otra cosa más que extrañaba de mi esposo y estaba de vuelta.

—¿Podemos intentarlo ya?

Harry soltó una carcajada hermosa, masajeando mi espalda.

—Ahora y todas las veces que quieras, mi pequeño sol.

˗ˏˋ F I N ˎˊ˗

Is Not The Same As It Was [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora