Jeff y su familia acababan de mudarse a un nuevo vecindario. Su padre había conseguido un ascenso en el trabajo. Pensó que sería mejor vivir en una de esas casas de "fantasía". Sin embargo, Jeff y su hermano Liu no podían quejarse. Mientras desempacaban, uno de sus vecinos pasó por allí, era una mujer relativamente joven.
-Buenos días, soy Bárbara, vivo al otro lado de la calle, solo quería presentarme a mí y a mi hijo,- se dió la vuelta y llamó a su hijo, -Billy, estos son nuestros nuevos vecinos.
Billy dijo hola y corrió de nuevo a jugar en su patio.
-Bueno,-empezó la madre de Jeff, -Yo soy Margaret, este es mi marido Peter, aquí están mis dos hijos, Jeff y Liu.
Cada uno de ellos se presentó, Bárbara los invitó al cumpleaños de su hijo. Jeff y su hermano intentaron protestar, pero su madre aceptó encantada. Cuando Bárbara por fin se fue, Jeff encaró a su madre.
-Mamá, ¿por qué una fiesta infantil? Por si no lo ha notado, ya no soy más un niño.
-Jeff,-replicó su madre,-Nos acabamos de mudar aquí, debemos demostrar que queremos pasar tiempo con nuestros vecinos. Iremos a esa fiesta.
Jeff intentaba protestar, pero se detuvo, sabiendo que no podía hacer nada. Siempre que su mamá decía algo, era definitivo. Jeff se encierró en su cuarto y se deja caer sobre su cama. Miraba su techo, y poco a poco lo invadió una extraña sensación. No era tanto un dolor, pero sí una sensación extraña. Lo ignoró, confundiéndolo con un sentimiento al azar, de esos que te persiguen cuando experimentas una duda muy profunda.
Al día siguiente, Jeff se preparó para la escuela. Mientras estaba sentado, tomando su desayuno, una vez más padeció esa sensación, esta vez más fuerte. Y le afligió un dolor, como un leve tirón, pero nuevamente lo ignoró.
Liu y él terminaron su desayuno y se dirigieron hasta la parada del autobús. Mientras aguardaban, un chico montado en una patineta salta sobre ellos, a solo unos centímetros por encima de sus rodillas. Ambos se sobrecogen por la sorpresa.
-¡Hey! ¿Qué diablos?
El chico se cayó y se volteó hacia ellos. Pateó la patineta y, al rebotar esta por uno de sus costados, la sostuvo con sus manos. El chico parece tener cerca de doce, un año menor que Jeff. Lleva una camisa de Aeropostal y pantalones vaqueros azules algo rasgados.
-Bien, bien, bien. Parece que tenemos un poco de carne nueva.
De repente, aparecieron otros dos chicos. Uno de ellos es súper delgado y el otro es enorme.
-Bueno, ya que son nuevos aquí, me gustaría presentarnos. El de ahí es Keith y el otro es Troy. Y yo soy Randy. Ahora, para todos los niños en este barrio hay un pequeño precio por el pasaje, si es que me entienden.
Liu se puso de pie, listo para golpear al chico, pero sus dos amigos levantan sendas navajas hacia él, en actitud ofensiva.
-Esperaba que fueran más cooperativos. Parece que tendremos que hacerlo de la manera difícil.
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CREEPYPASTAS Y HISTORIAS DE TERROR
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