Miedo (O la falta de ello)

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Harry Potter era considerado de muchas formas, la mayoría de ellas falsas. El niño que vivió y el salvador del mundo mágico eran algunos de esos nombres que él mismo no entendía, ya que al ser un bebé en el momento del suceso que lo otorgó esos apodos, no pensaba que él pudiera haber hecho algo para evitar su muerte y lo más probable es que ese milagro se debiera a su madre más que a él mismo.

También lo llamaban el chico dorado y obviamente no era perfecto como para poder considerarse dorado, el heredero de Slytherin, como habían pensado que era en segundo año por el simple hecho de hablar parsel, y el egocéntrico de Potty, éste último por cortesía de los Slytherin. Todos ellos eran falsos, él no era así, pero desde luego, el que se llevaba el premio a la mejor mentira sobre él era El león valiente de Gryffindor. Harry Potter era de todo menos valiente.

Es cierto que había detenido a Quirrel cuando intentó robar la piedra filosofal, pero había sido porque sus amigos lo habían arrastrado a ello, él solo quería advertir a la profesora McGonagall. Por otro lado, también había derrotado al basilisco, pero nadie sabía que su batalla había sido más una persecución de gato y ratón mientras intentaba no delatar su posición con sus sollozos de pánico. Fue gracias a Fewks y la espada de Godric que había logrado salir con vida de la situación. En tercero se lanzó a través del pasadizo del sauce boxeador para salvar a Ron sin pensarlo, pero esperaba enfrentarse a un perro, no al asesino que supuestamente iba por su cabeza y al final acabó inmiscuyéndose en otra situación que casi acaba con su vida mientras intentaba no perder a la única persona que lo podía sacar de la abusiva casa de sus tíos. 

Todo en su vida conllevaba riesgo de muerte y ese año no fue la excepción cuando salió su nombre del cáliz y casi se pone a llorar pensando en lo peligroso del torneo. Esto último lo llevó a si situación actual, sentado en la carpa de campeones a punto de enfrentarse a un dragón. Krum acababa de salir para enfrentarse a su propio dragón y Harry estaba verde, sentía que podía vomitar en cualquier momento y se encontraba luchando con las lágrimas mientras se estremecía de pánico. ¿Por qué no podía tener una vida normal?

Se mantuvo a la espera durante lo que le pareció una eternidad, escuchando las ovaciones y el discurso de Bagman, que dictaba lo sucedido en el estadio. Se escucharon dos olas de aplausos seguidas cuando Krum atrapó el huevo y finalmente le dieron las puntuaciones y tras unos minutos de rugidos en los que cambiaban al dragón de la arena, sonó el silbato que indicaba que debía entrar y enfrentar al dragón.