"Las Peonías simbolizan a las acciones personales que asumen riesgos y desafíos para obtener grandes recompensas."
-Su majestad, ¿Entonces él hizo eso con ese hombre? –Sunhye parpadeó lentamente mientras caminaba junto a la reina en el paseo matutino que acostumbraban a hacer. Sunhye estaba en la capital, luego de insistirle a sus padres habían cumplido la promesa de que pasaría la temporada de verano en la corte. Sus hermanas se habían casado y ella estaba sola en casa con ganas de vivir las festividades y conocer al hombre de su vida en ellas.
-Y con una mano, él mantuvo suspendido al atrevido hombre unos centímetros del suelo- murmuró la reina mientras tocaba unas flores- Fue toda una demostración de fuerza, realmente.
Sunhye sonrió reprimiendo un delicioso estremecimiento. Estaban hablando de un incidente que había ocurrido meses atrás, en primavera. El hombre agredido era un conocido cortesano que le había faltado el respeto a una de las damas de la reina y un valiente militar había puesto a ese hombre en su sitio. Ciertamente, Sunhye había desarrollado una repentina y alarmante fascinación por la historia. Y con su héroe, un misterioso militar al que aún no había tenido ocasión de conocer. Tenía la intención de rectificar el descuido pronto, esa misma noche si era posible.
-¿Qué hizo después?- preguntó Sunhye expectante
Una ceja de la reina se arqueó. -Obligó al patán a disculparse y enseguida lo arrojó al suelo.
Sunhye no sabía que responder. Semejante poderío físico, sobre todo en medio de una fiesta en el palacio del rey era simplemente descabellado.
Pero fascinante.
-Imagino que estará próximo a pedir la mano de su dama. Defenderla de esa manera delante de sus majestades.
La reina se río dulcemente.
-Kyuhyun solamente es el tipo de hombre que defendería el honor de cualquier mujer.
-¿Aún de una desconocida?
-Sí, supongo que sí. Él es honorable, Sunhye. Un hombre genuinamente bueno.
Sunhye fruncía el ceño. ¿Qué le pasaba?
Suavizando su ceño, resopló sin saber si debía creerle. Seguramente cualquier mujer que había sido defendida tan heroicamente no podía evitar enamorarse de su salvador, aunque fuera un poco. Sunhye nunca había conocido a Cho Kyuhyun, pero sería tonta si negara que quería conocerlo.
-Estoy tan feliz de que estés aquí- dijo la reina mientras terminaban su paseo y se dirigían al salón azul para tomar un té. Tu gran belleza será leyenda en la corte.
Como siempre que alguien comentaba su aspecto, un pinchazo de incomodidad picaba bajo la piel de Sunhye. —Una tontería absurda. Mis hermanas son mucho más bellas que yo Majestad.
-Puede ser así, pero tú tienes un brillo especial querida, tu conquistas a todos por igual con tu forma de ser.
-Para muchos, soy una novedad.
-Cree lo que quieras, pero yo lo he visto. Incluso los casados han caído bajo tu hechizo.
Cansada del tema, Sunhye replicó -Tal vez si uno de mis admiradores hubiera levantado a ese hombre con una sola mano y lo hubiera arrojado sobre el suelo defendiendo mi honor, me tomaría más en serio su consideración. Sin embargo, no he sido tan afortunada.
-Si estás tan intrigada por ese joven, te lo presentaré.
Un escalofrío recorrió la columna de Sunhye. —¿Está en la ciudad por la temporada de verano?
-Mmm. –Una sonrisa cómplice cruzó el rostro de la reina- Llegó hace dos días. Puede que incluso asista a la reunión de esta noche.
-Debería conocerlo-suspiró.
-Bueno, sí- Una ceja se arqueó en una mirada extraña. —Pensé que habíamos acordado ese punto.
-Esta noche.
-Si es que asiste.
-¿Su Majestad se asegurará de que lo haga?
Una suave mano se posó en su brazo. Sunhye miró la cara querida de la reina. La mujer que la había recibido en el palacio como si fuese una hija más y no sólo una de las tantas sobrinas del rey.
Estaba arrugada de preocupación.
-Él no es como los demás, Sunhye. No debes albergar ideas extravagantes...
-Dime cómo es él. Todo.
Silencio. Los labios rosados de la reina se fruncieron y suspiraron. –Él es, diferente a los demás hombres que conoces.
El calor embargó a Sunhye. –Entonces debo conocerlo.
Estaba aburrida de cada hombre que conoció, tenía veinte años ahora, había rechazado que sus padres le arreglaran una boda como a sus hermanas, no quería ser infeliz como Sunhee casada y abandonada por su esposo al día siguiente, así que sus padres no podían siquiera intentar que considerara alguna oferta. Por eso habían aceptado que fuera a la corte, la guía de la reina podría dar buenos frutos.
- Ten en cuenta que no se puede comprar a capricho como algún anillo. Es un hombre. Tendrá voz y voto en el rumbo de este enamoramiento tuyo.
-Ya veremos Majestad.
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El jefe de arqueros del reino no era un hombre cualquiera. Cho Kyuhyun; era alto, atractivo y joven pero su rostro era serio y no sonreía durante la velada musical en el jardín de loto. Sunhye se quedó sin aliento en el momento en que lo vio, con los brazos cruzados sobre el pecho y un apoyado en el marco de una puerta, como si quisiera pasar desapercibido. Como si tal cosa fuera posible.Llevaba su uniforme color borgoña y se veía regio al lado de los demás hombres.
Se veía diferente.
-Ah, veo que ha respondido a mi invitación- llegó una voz desde atrás y por encima de ella. -Qué inesperado.
Ella se giró para saludar a la reina con una reverencia, apartando los ojos del extraordinario hombre sólo con el más decidido esfuerzo. –Preséntenos Majestad.
-Paciencia, Sunhye. Me temo que estás a punto de ser abordada por otros pretendientes.
Luego de largos e incomodos saludos, la reina tomó a Sunhye del brazo y la llevó hacia Kyuhyun.
Finalmente, estaba allí, Sunhye se había puesto su mejor hanbok para la ocasión. Sus pasos se detuvieron al llegar a los pies de su presa. La puerta estaba oscura detrás de él, la luz de las velas se reflejaba en su pelo oscuro, espeso y sombreado. Su rostro estaba ligeramente girado, sus ojos enfocados en un extremo de la habitación.
-¿Estás preparada alteza?-preguntó la reina en voz baja
Sunhye tragó y asintió con la cabeza.
-Teniente Cho- dijo la reina alegremente.
Él se giró, dejando caer los brazos a los lados y enderezándose para alejarse de la puerta. Aunque asintió cortésmente con la cabeza y su expresión se suavizó alrededor de los ojos, no había una sonrisa de bienvenida, sino una mirada de estoica tolerancia.-Su Majestad, un placer.
Su voz era varonil. Recorrió su piel en escalofríos placenteros.
-Quiero presentarle a mi sobrina. Su alteza, la princesa Kim Sunhye. Querida, el Teniente Cho, Jefe de arqueros de Su Majestad.
Por fin, él se volvió hacia ella. Esperó que aquellos ojos se encendieran y ardieran al mirarla, como solían hacer los de otros hombres. En lugar de eso, viajaron lentamente desde el nacimiento de su cabello hasta su barbilla antes de recibir la misma reverencia cortés que él le había dedicado a la reina
-Alteza- le dijo.
-Teniente Cho- La respuesta de ella lo más calmada posible pretendía darle tiempo para que mostrara la chispa de interés que ella estaba acostumbrada a ver. Tal vez necesitaba un momento más largo que otros caballeros. Seguramente eso explicaba su extraña contención.
La reina llenó el silencio subsiguiente con preguntas sobre el viaje de Kyuhyun desde las tierras del norte a la capital, a las que él respondió con breves y poco informativos murmullos.
Tal vez requiera estimulación, pensó ella. Algunas personas eran locuaces por naturaleza, mientras que otras necesitaban un poco de estímulo conversacional. Él debía de ser uno de estos últimos.
Ella intentó comentar sobre su propio viaje a la capital y lo cerró con una risita sobre la lluvia del último día.
Él no lo hizo.
Uno de los eruditos del palacio se acercó a ellos. –Con permiso de Su Majestad, Su Alteza es hoy toda una visión. Cada vez que mis ojos se posan en usted, me asombro de su radiante belleza, pensando que no podría ser real. Y sin embargo, aquí está para demostrar el fallo de mi lógica.
-Concediéndole una sonrisa despreocupada, ella respondió: -Cómo me halaga mi señor. Me temo que sus palabras son mucho más bonitas de lo que cualquier dama podría esperar- En los últimos años, había respondido de forma similar a caballeros de todo rango y edad cada vez que le decían adulaciones. No dudaba de su sinceridad. Dudaba de su profundidad.
Kyuhyun frunció el ceño.
La reina hizo un movimiento con su mano que el joven erudito lo interpretó de la manera correcta, yéndose. –Su Majestad habla muy bien de usted. –dijo Sunhye. Me describió su encuentro en la primavera con aquel cortesano.
-¿Lo hizo Majestad?- Preguntó él mientras la reina se reía.
-Encontré su relato muy... cautivador.
-¿Por qué?
-Usted defendió su honor de una manera que la mayoría de los caballeros no imitarían, una manera que puso a ese hombre firmemente en su lugar. Encuentro mucho que admirar en acciones tan audaces.
-No hay nada que admirar. Se merecía lo que recibió.- dijo Kyuhyun secamente- No deseo ser grosero, Alteza. Pero yo sabía que no debía asistir a esta velada. - dijo mirando a la reina.
A ella le disgustaba ver cómo su atención se desviaba. ¿Cómo iba a convencerlo de su evidente afinidad si no la miraba? –Majestad, Alteza, debo retirarme, he encontrado a un amigo que deseo saludar antes de marcharme.- dijo antes de alejarse de ellas.
-Por supuesto- dijo la reina mirando a Sunhye mientras ella sólo pudo permanecer de pie como un ganso mareado y sin aliento.
Nunca había sentido algo parecido con otro hombre como con el arisco Cho Kyuhyun.
Ella lo deseaba. Lo deseaba como nunca había deseado otra cosa. Nunca. Esto era más que una corazonada, esto era el destino.
Y él sería suyo, decidió.
De un modo u otro, él sería suyo.
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El sueño de las Peonías- Kyuhyun
FanfictionLo que una princesa quiere... Cuando Kim Sunhye, princesa de Joseon conoce al joven militar Cho Kyuhyun anhela convertirse en su esposa. Ella se ha enamorado del atractivo, serio, orgulloso y leal joven en su visita a la capital. ¿El problema? Es qu...