Capítulo 5

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Me apetecía correr, me apetecía mucho. Habían sido demasiadas cosas en un mismo día y necesitaba descargar todo, algo que sólo hacía cuando corría. No podíamos salir de la planta así que no podía ir a la calle y correr bajo la lluvia que había empezado a caer hace un rato. Me fastidiaba no poder hacerlo, correr bajo la lluvia me hacía sentir libre.

Me dirigí a la sala de entrenamientos donde, según nos habían dicho, había un gimnasio. Allí podría correr. Entre a la sala y me quedé asombrado. Era una habitación amplia y prácticamente vacia, no había más que espejos que cubrían las paredes de toda la sala, excepto un trozo donde había una puerta con un cartel en la que ponía "GIMNASIO".

Me dirigí a ella rápido, estar en esa sala me producía escalofríos, y la abrí. Dentro había lo que me pareció un millar de máquinas distintas. Al fondo de la sala vi lo que buscaba, las cintas de correr. Cuando me acercaba a ellas oí unas voces. Me giré y vi que a la derecha de la sala estaban los gemelos haciendo pesas.

Mi cuerpo empezó a dirigirse hacia ellos aunque mi mente le decia que se detuviese. Claro que quería conocerlos, quisiese o no iban a ser mis compañeros de batalla, pero verlos sin camiseta mientras trabajaban esos cuerpos que parecían esculpidos a mano por un profesional me hacia detenerme.

Ya era demasiado tarde como para darme la vuelta así que decidí seguir hacia ellos con determinación.

-Buenas noches... mmm... Western? -pregunté mientras me acercaba a ellos, ya que no recordaba bien su apellido.

-Si -contestó el de los ojos verdes como la hierba- mi nombre es Jack. Este de aquí es Lyon -dijo señalando con la cabeza a su hermano que estaba concentrado en el ejercicio.

-Mi nombre es Ethan, encantado -conteste con una amplia sonrisa.

-¿Te apuntas a nosotros? -me ofreció Lyon cuando dejó las pesas en su sitio. Su voz era melodiosa y suave. Nunca pensé que alguien como él, tan grande y musculoso, pudiese tener una voz tan bonita. Fijandome bien en ellos se notaba que Jack tenía el cuerpo más trabajado, pero me llamaba mucho la atención el de Lyon, aunque no sabía muy bien por qué.

-No gracias, yo prefiero correr -contesté sin quitar la sonrisa de mi rostro mientras me dirigía a las cintas- nos vemos.

No se cuanto tiempo estuve corriendo. A mi me parecieron sólo unos pocos minutos, pero teniendo en cuenta mi nivel de fatiga y lo que había oscurecido sabía que debían haber pasado horas. Solía pasarme cuando corría y me sumergía en mis pensamientos.

Los gemelos ya no estaban así que fue a los baños. Después de darme una ducha refrescante volví a mi cuarto. Al entrar vi que Sam ya se había ido y que Chad estaba sentado en su cama comiéndose una manzana. Mi estomago empezó a quejarse antes de darme cuenta siquiera de que tenía hambre.

-Ten, he cogido una también para ti en la cocina. No había mucho más y supuse que después de entrenar tendrías hambre -me dijo ofreciéndome una manzana.

Mi rostro se iluminó al verla y la cogí después de darle las gracias. Me la comí en unos pocos bocados. Debía de ser ya muy tarde, así que decidí que era hora de dormir. Me quité la camiseta y los pantalones para meterme en la cama.

-¡Vaya! ¿Cómo pudiste sacar un 5 en las pruebas físicas con ese cuerpo? -me preguntó Chad. En ese momento noté como el calor subía a mis mejillas. No me acordaba de que no estaba sólo en el dormitorio.

-Mmm.. esto... porque me negué a realizar las pruebas -conseguí decir mientras me intentaba cubrir un poco. Vi que el chico de los ojos azules tenía una amplia sonrisa y eso me tranquilizó- no soy un animal al que le tengan que poner nota por como hace las cosas.

-Me parece una buena decisión -contestó él mientras se quitaba también los pantalones y se metía en su cama. Me sorprendió que no se quitaste la camiseta de tirantes porque hacía basatante calor.

Yo también me acosté apagando la lámpara que había en mi mesita y no tarde en dormirme.

Me sobresalté al notar que alguien me cogía el brazo y me agitaba. Abrí los ojos y me topé con esos ojos azules con los cuales había estado soñando las horas que había dormido que, para mi gusto, eran pocas.

-Buenos días, siento haberte asustado -se disculpó Chad mientras se sonrojaba- quedan quince minutos para que llegue el instructor y no creo que le siente bien que te quedes durmiendo el primer día.

-Oh, gracias -contesté sonriendo mientras me levantaba y me vestía a todo correr.

Salimos del cuarto deprisa y entramos a la sala de entrenamiento. Ya estaban todos allí, también el instructor. Mierda.

-Mira que bien, si las princesas han decido honrarnos con su presencia- soltó nuestro superior con cara de pocos amigos- ya que estamos todos os presentaré al nuevo miembro del equipo.

Un joven alto apareció detrás de él. Tenía la impresión de que lo conocía.Físicamente era bastante parecido a mi. Me recordaba a... no, no podía ser.

-Tiene un año menos que vosotros pero su alto potencial ha hecho que consiga saltarse un año. -siguió explicandonos- su nombre es Austin.

Al oír el nombre mis manos empezaron a temblar y un sudor frío comenzó a mojar mi camiseta, como si alguien hubiese hecho bajar la temperatura muchos grados. Lo mire helado y el me devolvió la mirada con una sonrisa en su rostro. Esa sonrisa, la que no conseguía sacarme de mis recuerdos después de tantos años. La sonrisa de mi hermano pequeño.

Nest of wolves (Cooperación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora