7 DATES: SEOKJIN (BTS) *FINALIZADA*

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Llevaba como diez minutos frente a esa puerta, intentando reunir el valor o las palabras. Pero la verdad es que nada podía prepararme para enfrentarme a Yoongi. Le conocía bien, y precisamente por ese motivo sabía que no había manera de que yo no saliera de aquí destruida, dejándole destruido a él también. Bueno, los problemas uno a uno. Sí, inhala, inhala, exhala, exhala, pensé, y antes de envalentonarme para llamar, la abrió en toda mi cara llevándose un susto de muerte y dejando caer al suelo todas su carpetas y cuadernos. "¿Pero qué cojones?" Me agaché a ayudarle a recoger muerta de miedo y vergüenza. "Lo siento."

—¿Qué hacías parada en la puerta como una imbécil? —Dijo al final dejando todas sus cosas sobre la mesa del estudio.

—Te estaba buscando... Quería hablar contigo.

—Hablar conmigo... —Decía volviendo a sentarse en su trono y agarrándose al reposabrazos. —Ojalá pudiera decir que tengo ganas de escucharlo. Así que siéntate.

Apartó algunas de las cosas que tenía sobre la mesa para hacerme hueco, y no me senté, simplemente apoyé el culo ahí. Unos largos segundos de Yoongi taladrándome con su mirada más fría y dolorosa. No sabía por dónde empezar, era de los que no le gustaban que le endulzaran las cosas, pero también era mucho más sensible de lo que quería admitir. Y aunque mantuviera su cara inexpresiva, era el que más sufría. Siempre.

—Hemos pasado por mucho tú y yo...

—Y seguiremos pasando por mucho más. —Añadió balanceándose en la silla. —Estoy seguro de eso.

—Tú me entiendes hasta cuando me quedo sin saber que decir, o no encuentro las palabras en coreano. Nunca hemos necesitado decir mucho...

—Y por eso no necesito que lo digas. Sé perfectamente por qué estás aquí. Llevo viéndolo en toda tu cara desde que volvimos de la acampada.

—¿Viendo el qué?

—Que todo podría haber sido perfecto en un mundo en el que no existiera Jimin. —Bajó su mirada a las manos, sin ser capaz de mirarme. —Pero yo no soy Jimin, ni pretendo serlo... Y tampoco puedo pretender que me mires a mí como le miras a él.

—Yoongi...

—Hemos pasado por mucho tú y yo, eso es verdad. Estuve ahí el primer día que viste a Jimin, y ya fui consciente en ese momento que no había mucho que yo pudiera hacer, por eso tardé tanto en hacerlo... Y no debería haberlo hecho.

—Lo que ha pasado entre tú y yo no es algo de lo que deberías arrepentirte. Yo no me arrepiento.

—Eso es mentira, y no hace falta que vengas a mentirme en toda mi cara.

—Te juro por dios que no me arrepiento. De lo que sí me arrepiento es de haberos hecho daño a los dos por el camino. Y es injusto, probablemente Jimin jamás será capaz de quererme como me quieres tú, pero—

—No. —Me interrumpió. —Jimin te quiere con locura. He crecido a su lado, creo que le conozco un poco mejor que tú, y nunca le he visto llorar por alguien como lloró el día que te fuiste a traer a Jin de vuelta. Nunca se ha encerrado literalmente por nadie. Sé que te quiere, de la mejor manera que puede hacerlo. Pero somos muy diferentes, y ya te habrás dado cuenta de eso. Puede que Jimin no sea el mejor para ti... Pero es al que has elegido.

—Ojalá todo fuera tan fácil como una "decisión." Y ojalá no tuviera que decidir. Jamás decidiría romperte por el camino, Yoongi.

No, por dios, que agachara la cabeza. Yoongi solo agachaba la cabeza cuando quería esconder sus ojos, y ahora que tenía el pelo largo era mucho más fácil para él hacerlo. No podía verle mal, porque cuando él estaba mal yo también lo estaba. Caí al suelo de rodillas, entre sus piernas, y entonces lo oí... El aire entrando con dificultad por su nariz mientras tapaba su cara con las manos. Puede que lo más duro de esto fuera que le esperaba enfadado, estaba preparada para el desprecio y los gritos. No para verle llorando y derrumbado delante de mí. Con sus manos temblorosas y sus ojos rojos por las lágrimas. "No me hagas esto." Supliqué tirando de sus brazos para estrecharlo contra mi cuerpo. "He hecho todo lo que he podido... Pero siento que no haya sido suficiente." No quería soltarle, no quería que escapara entre mis brazos. Lo único que quería hacer era mantenerle a salvo, y aún así no podía hacerlo.