Cap 2, ¿Por qué?

10 0 1
                                    

-Bienvenido al limbo, yo te ayudaré en los peligros y te ayudaré a elegir correctamente en decisiones difíciles pero no personales.- Dice una voz misteriosa que suena algo grave y difícil de escuchar por el eco que había. Lo primero que veo es una especie de habitación oscura o sombría, trato de ver mi cuerpo pero también es como una sombra solamente más notable. Empiezo a caminar y de repente escucho un sonido como si fuera un pitido que se repite todo el rato, camino más adelante pero me encuentro con mi padre llorando en una cama blanca, trato de ver como que es lo que hay en la cama...

- No puede ser ... .- digo sin ganas algunas. Me veo a mi mismo entubado, con moratones en la cara y un vendaje por mi cuello, pecho y estómago.

- Papá...- miró a mi padre llorar desconsoladamente sobre mi cuerpo, trato de abrazarlo y que él sepa que estoy bien, pero no puedo no lo consigo, solo lo traspaso.

-Lo siento papá, odio verte así, ojalá yo te hubiera llamado y te hubiera dicho que me mandaron ese maldito mensaje para así estar contigo - digo entre lágrimas me maldigo a mi mismo por haber bajado y haber confiado de que solo era una broma de mal gusto culpándome a mi mismo por no haber llamado a mi padre y haberse quedado con él.

- El fue quien mato a tu madre, solo por que estaba celoso, ¿No lo entiendes?- Dice la misma voz, pero esta vez suena más a la de una mujer, más delicada como si se fuera a romper en nada.

- ¿Qué mi padre me ha hecho el que?- Digo sin entender lo que dice,

-¿por qué mi padre mataría a mi madre?- Digo con algo de temor por preguntar.

- Por que el no la amaba de verdad mikey- Dice esa voz, observó un pequeño iluminar este mundo frío y sombrío. Una figura de una mujer que me resulta demasiado familiar sigo sin entender porque...

-Enserio no te acuerdas de mi mikey?, eso me duele- Lo dice en un tono triste, casi como si estuviera llorando, cuando veo mejor la figura de la mujer, era Marisa...

Marisa era una amiga de mi pequeña juventud de los siete años, pero una mañana me enteré que Marisa se murió por un balazo en la cabeza, yo no sabía cómo reaccionar cuando era pequeño, me invitaron a su funeral y no paré de llorar durante todo un mes entero.

Esta es la primera vez que la veo después de diez u once años eternos sin ella.

-Marisa...- digo con tristeza y nostalgia.

-¡Si! ¡Esa soy yo! ¡Marisa! ¡Te acuerdas de mi!- dijo con mucha emoción de que yo la recordaba, solo cambio de aspecto pero no de carácter, sigue siendo la misma niña pequeña que me obligaba a jugar con ella a las princesas y príncipes encantadores. -Te extrañe demasiado mikey...- Dice abrazándome y sollozando bajo.

-Como para olvidarme de ti...- digo con un nudo en la garganta, tratando de no llorar y se fuerte pero la emoción me lo impide, y mi niño interior pide a gritos salir a jugar con ella como cuando éramos pequeños. Siento su calor, como si ella siguiera viva, sabiendo que ella no lo esta, sabiendo que yo no lo estoy, le devuelvo el abrazo, más fuerte, como se me va escapar de las manos y empezamos a llorar ambos de la emoción de encontrarnos, no en las mejores circunstancias, pero al menos se que ella pudo tener una segunda oportunidad estando aquí en el limbo, sola, pero al menos pudo crecer sin ningún daño más.

-¿Qué tal te parece si te enseño este lugar de locos?- Dice secándose lágrimas y riéndose mientras tanto, ella no ha cambiado nada, para nada y eso me encanta.

Cuando ya vamos caminando, miro mi alrededor, además de la oscuridad, se empieza a escuchar una melodía que no sabría definir, como si fuera una canción de cuna, tan relajante en un sitio algo hostil.

- Esta es como la diosa del limbo, todo el mundo la llaman madre por alguna razón que no reconozco, pero si ellos la llaman así, tú también puedes- Me dice en un tono alegre como siempre.

Entonces es cuando una figura aparece y era una mujer, con un vestido blanco con una corona dorada con decorados de colores divinos, su cabello suelto y bien arreglado, un color blanquecino como si ella fuera una especie de albina, sus ojos de color azul cielo brillante llenos de vida y alegría, labios carnosos de un color rosado suave y cristalino, mientras tanto su bellísimo color de piel, blanca como la primera nevada de diciembre. Ella no era nada comparado con este desastroso lugar.

- Un gusto conocerte Mike, he oído hablar mucho de ti, por parte de Marisa- Me dice, con una voz angelical, como si fuera la madre que nunca pude conocer, pero extrañamente me suena familiar.

Me dice, con una voz angelical, como si fuera la madre que nunca pude conocer, pero extrañamente me suena familiar.

- Jejeje...-Ríe nerviosamente Marisa mientras sus mejillas se tornan ligeramente rosadas, aunque ella esté muerta, pero, parece más viva que nunca. Eso me sorprende un poco pero me hace feliz.

- Bueno Mike, como notaras tu eres blanco y negro, mientras tanto Marisa yo y algunas personas más son de color. Te lo explico detenidamente, estas "personas", han podido encontrar una razón para seguir adelante y mantenerse en este mundo, aunque su cuerpo está enterado y pudriendo. Es algo triste, pero cierto. Solo tu o mejor dicho los que llegan, deben buscar esa razón para estar aquí y seguir adelante, pero tu al parecer tienes el tiempo contado...- dice lo ultimo casi en voz baja, al parecer ella mantiene todo controlado en este "mundo", el hecho de que ella sepa que yo estoy en coma (cosa que nunca se lo he dicho), me desconcierta un poco, pero soy un poco capaz de entenderlo.

- Mi querido Mike, debo decirte que... tú no tienes tanto tiempo como los demás... tu cuerpo no se está recuperando y los doctores piensan en desconectarte, por el tiempo que llevas en coma...-dice en un tono triste y decepcionado....

¿Mi padre no dejará que eso ocurra verdad? ¿verdad?....

Último día para vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora