Sacrilegium Cineris Pt. 2

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Delirio.

Que sencillez dirige esa palabra, simplicidad resumida en un acto de cobardía, quizá, para otros simplemente es supervivencia o fe. Se remueve entre sus intestinos, da un vuelco y  entonces se arquea, devolviendo la comida de ese día, escupe la bilis restante, limpiando sus labios con la manga de su camiseta, llena de arena y sudor. Se incorpora como sus pocas fuerzas y su sistema nervioso le ha dado a entender. No puede evitar mirar a, lo que ella juraría, es un hombre, el mismo que vivificaba las llamas de la excomunión y que humea en candente carmesí. Sus pies se tambalean, se prohíbe caer, sus ojos buscan algo mas, pues ese ser no busca dañar la, o eso piensa María.

Corre!

Escucha como un murmurio, bajo pero firme, sin embargo, el hombre no abre la boca con intención de hablar, solo se queja, buscando aquello por lo que jamas podrá descansar.

-¿Qué?

Corre!

Gira entonces, escuchando la señal de alerta que, ella pensó, era real. Sus extremidades dolían, su muslo seguía  húmedo y algo pegajoso, el teléfono lo ha perdido nuevamente y esta ves, le importa poco volver a buscarlo, solo quiere salir de ahí.

Con vida.

 Se impulsa con cada trote, sentía la necesidad de llorar, necesitaba a Vanesa, necesitaba de luz y sobre todo, que alguien llegara y le dijera que había sido una broma, una broma perfectamente elaborada y llena de producción. Más no, las cosas no siempre resultaban como las planeábamos y, en cierta parte, María se sentía confundida, alterada y algo culpable, aunque claro, eso no lo iba a confirmar  a voz abierta.

Se mofó al percatarse en la dirección en la que estaba corriendo, pues la orilla del mar estaba cada vez mas lejos y la luz de luna que le acompañaba, ahora solo figuraba siluetas entre las sombras, creando imágenes que no eran reales. A pocos metros se detuvo, su corazón palpitante y sus pulmones exigiendo oxigeno, volvió su vista, divisando una pequeña barraca de ladrillos y caña, frunció su entrecejo, decidida a llegar hasta ahí.

Su mente comenzó a divagar, justo como estaba acostumbrada a hacerlo, repetía situaciones o recuerdos, lo que fuera para tranquilizarse lo suficiente como para concentrarse en situaciones tan extremas, ninguna parecida a esa realidad.

-¿Que tan grave seria el actuar contra alguna figura celestial, madre?

-Es un tema bastante amplio. ¿Porque la curiosidad?

Movió la lona, esperanzada en que la ventana de la puerta estuviera abierta para meter la mano y abrir la rejilla, grata fue su sorpresa cuando la misma no tenia ventana y le facilito el acceso. Una mezcla entre pescado, humedad y sal, inundo sus fosas nasales, formo una mueca de repulsión. Rebusco entre los cajones, encontrando una pequeña lámpara de parafina, justo a lado había un par de fósforos, sintiéndose mas que aliviada cuando encendió este al instante, proporcionándole luz.

- Por nada en particular, solo eso es, curiosidad. Un ejemplo puede ser Drácula ¿O no?

-Creo que esa es una traición diferente, querida. Va de la mano, sí, te demuestra la traición que uno mismo ya cometió con el creador.

Se sentó en un banco de madera vieja, al parecer esa pequeña barraca estaba sola desde hace bastante, incluso las cuchillas estaban oxidadas y la madera pudriéndose, sin embargo, algo mas llamo su atención.

Pueden ser las iniciales, quizá las manchas de purpurina en el piso o  las runas perfectamente dibujadas en las esquinas de cada mesa. Mas no, aquello solo le confirmaba sus tan temidas suposiciones.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2022 ⏰

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