XXX.

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-Hija, pensé que te quedarías más días -protestó mamá mientras yo metía las últimas maletas en el coche

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-Hija, pensé que te quedarías más días -protestó mamá mientras yo metía las últimas maletas en el coche. Mi padre me llevaría a la estación en la que cogería el tren de vuelta a casa. -No has estado nada...

-Ya lo sé, mamá... -susurré cerrando el maletero del coche. -Pero mañana vuelvo al trabajo, así que no tengo opción.

-Está bien... -abrió sus brazos, invitándome a abrazarla, y así lo hice. Ella lo hizo con fuerza, como si no quisiese dejarme ir. -Abby, solamente no tardes tanto en volver -pidió en un susurro, y mis manos apretaron su espalda. Con las primeras lágrimas acumulándose en mis ojos, la abracé con fuerza.

-Prometo volver en cuanto pueda, mamá -no se me habían dado demasiado bien las promesas en los últimos días, pero sabía que aquella la tenía que cumplir pasase lo que pasase. Jamás me perdonaría volver a alejarme de ellos.

-Y para la próxima tráete a ese chico -me separé de ella poco a poco, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

-Poco a poco, mamá -pedí riendo levemente. -Además, pensé que no te había gustado que lo dejase con Connor.

-Eso da igual, cariño -dijo con sus manos a ambos lados de mi cara, como hacía cuando todavía era una niña pequeña. -Lo más importante es que tú seas feliz, y si es con ese chico, tu padre y yo estaremos más que contentos.

No pude evitarlo; volví a abrazarla con fuerza mientras trataba de contener las lágrimas, porque aquello era lo único que necesitaba. Sentir el apoyo de mis padres era lo más importante para mi en esos momentos; a pocos meses de enfrentarme a la dura realidad en la que podría perderlo todo.

-Prometo traerlo algún día, ¿vale? -dije pasando los puños de mi chaqueta por los ojos, secando las pocas lágrimas traicioneras que querían correr por mis mejillas.

-Cuando estés preparada -respondió mi madre dejando un pequeño beso sobre mi frente.

-¡Oh, vamos Lily! La niña se va a su casa, no a la guerra. ¿Podemos darnos prisa? Va a perder el tren -protestó mi padre que ya se encontraba sentado frente al volante. Mi madre y yo sonreímos debido a la poca paciencia que tenía papá. Siempre había sido así, y supongo que yo había salido a él en ese aspecto.

-Venga, sube al coche antes de que tu padre arranque sin ti -bromeó mi madre dejando un último beso en mi mejilla. De pronto, no quería despedirme de ella. No quería volver a casa; quería recuperar aquel tiempo perdido por mi culpa, pero sabía que no podía ser. Así que hice lo que ella me dijo, y me subía al coche.

-Tienes que entender a tu madre -dijo mi padre arrancando el coche y poniéndolo en marcha. -Han sido meses sin verte y, cuando vuelves, solo puedes quedarte un par de días...

-Lo sé, papá, pero no va a repetirse. Volveré en cuanto tenga unos días libres, ¿vale? -no apartó la vista de la carretera, pero vi cómo sonreía inconscientemente.

Imparable | Max Verstappen (+18) Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora