Parte Única

98 21 8
                                    

Durante todo este tiempo, he vivido siendo prisionero de una burbuja de protección que yo mismo he creado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Durante todo este tiempo, he vivido siendo prisionero de una burbuja de protección que yo mismo he creado. Incluso si intentase abandonar mi encierro, me resultaría imposible llevar a cabo mi objetivo; nací enfermo y eso es algo que nunca cambiará, restándole importancia a la impotencia acumulada en mi pecho y la cantidad de lágrimas que derroche en el proceso.

Mi día a día se resume en rotar mi presencia entre las cuatro paredes de mi habitación y los gastados muros que forman parte del hospital local. Extendiendo mi brazo o abriendo mi boca para ser suministrado con medicamentos de los cuales desconozco sus nombres, pero que, de alguna u otra manera, logran calmar mi cuerpo y tranquilizar mi mente siquiera por unas cuantas horas. Mi médico de confianza me ha sugerido que deje de visitarlo con tanta frecuencia, mientras que mi enfermero personal aconseja la cancelación de su contrato como mi empleado. Ambos afirman querer lo mejor para mi persona, pero la única conclusión que mi mente logra formular, es que ninguno de ellos es capaz de ayudarme; se dieron cuenta de las consecuencias que conlleva estar a mi lado y prefirieron alejarse antes de verse perjudicados.

Mi diagnóstico psiquiátrico demuestra indicios de hafefobia y rasgos correspondientes a la hipocondría.

Lo que para los doctores es una explicación centrada y concisa, a mi parecer, se trata del resultado de la falta de atención correspondiente hacia mi persona; aunque intenten negarlo y fingir demencia cada vez que pregunto por ello, soy consciente de que todo lo que es tocado por mis manos se vuelve marchito. Mi alma se encuentra desgastada y mi corazón en estado de putrefacción.

Aún recuerdo la expresión impregnada en el rostro de mi madre la primera vez que fui incapaz de acercarme a su lado y sentir la calidez que sus brazos solían brindarme, sentimiento que ahora solo vive en mis recuerdos.

''Creo que ni siquiera logro reconocerlo...'' Susurró entre sollozos en dirección al doctor.

''Entonces mátame. Hazme saber que estoy enfermo y guíame directo hacia mi tumba''. Pensé, a la vez que limpiaba mis lágrimas y me arrepentía por quedarme espiando a las afueras del consultorio aun cuando el psicólogo solicitó hablar a solas con mi progenitora.

Pasado un tiempo, una vez más me encontraba parado frente a la puerta de un laboratorio, a la espera de un nuevo diagnóstico que me ayudara a comprender qué era lo que le pasaba a mi cuerpo y de qué manera podía ayudarme a mí mismo sin dañar a los que amo en el proceso.

— Felicidades, Park Jimin. — Pronunció el doctor a la vez que agitaba los exámenes de lado a lado. — Nuevamente has resultado completamente limpio.

— ¿Cómo podría ser eso cierto? Tengo que ingerir pastillas para poder sentirme bien. — Cuestioné de inmediato. — Mi cuerpo está contagiado de algo que yo mismo desconozco, podría desarrollar una enfermedad grave si no soy tratado a tiempo.

— Si sigues automedicándote de esta manera, lo único que desarrollarás será resistencia a la penicilina.

— La penicilina es lo único que logra calmarme. — Aseguré en voz baja. — Incluso he empezado a inyectarme con ella.

Serendipity | Park Jimin | One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora