․·•Capitulo 11•·․

106 14 1
                                    

Pov Narradora 

Era una mañana hermosa. 

Te encontrabas sentada en el borde de la casa apreciando las hermosas flores que recibían los rayos del sol después de una noche lluviosa, al lado tuyo estaba Tomioka que tranquilamente bebía su té matutino. 

El hablar con Tomioka mientras veían algún paisaje se había convertido en parte de la rutina, ahora que habían ganado un poco mas de confianza, ambos podían entablar largas conversaciones que, a veces, eran abruptamente interrumpidas por los deberes del cazador.

—¿Así que me dejaras acompañarte en tus próximas misiones?—Preguntaste mientras tus labios esbozaban una clara sonrisa de ilusión. 

—No sabemos que problemas nos traerás.—Dijo con simpleza, una oración que claramente era de broma, pero gracias a su semblante serio era muy difícil de distinguir.

—¡Ey! En la ultima carta, Oyakata-sama me daba el permiso de acompañarte. ¡Eres un tramposo!—Protestaste cruzándote de brazos. 

 Tu acompañante soltó un pequeño sonido de risa que, en vez de salir por su boca, salió por su nariz.—Era broma. 

—¡¿Eh?! Ah, contigo es muy difícil distinguirlo. 

Tomioka trato de dirigirte una mirada de indignación fingida que, a tus ojos, se veía bastante tierna.—No soy tan difícil, tu no sabes comprenderme. 

Reposaste tu cabeza en tu mano, quien estaba apoyada en tu rodilla, tu rostro formo un puchero que se estaba preparando para atacar ante la declaración de tu amigo. Era difícil creer que un cazador y una demonio estuvieran teniendo una charla normal en la casa que ambos compartían. 

—¡Yo soy la que mas te comprende en todo este mundo!—Refunfuñaste. 

Los labios de Tomioka se torcieron levemente hacia las esquinas formando una diminuta sonrisa apenas distinguible. 

—Así es.—Murmuro para si mismo, como si estuviese meditando seriamente tu respuesta.—¿Qué le añadiste hoy al té? Sabe bien.—Cambio de tema rápidamente, al ver que se empezó a sumir en sus pensamientos prefirió hablar de lo bien que sabia el té que le habías preparado. 

Hace algunos días empezaste a salir mas por los alrededores de la finca. Recogías distintos tipos de plantas que te parecían comestibles y, luego de una inspección por parte de Tomioka, los añadías a tus recetas. 

—¡Gyokuro! ¡Lo encontré al lado de un gran árbol con unas hermosas hojas!

Así fue como comenzó una larga charla sobre aquel árbol que habías encontrado en tu camino. 

El llamado del ave de Tomioka fue quien interrumpió su clase de lectura. Cada semana hacían de tres a cuatro clases de lectura, eran tan pocas ya que a tu acompañante no se le facilitaba el echo de enseñar algo tan básico como leer a una persona, era complicado tener que afrontar cada ocurrencia que se te aparecía cada que leías un párrafo, el no iba a negar que era bastante entretenido, ya que las mismas eran las que lo hacían reír internamente, pero también era agotador para su persona. 

Tomioka se acerco a la ventana en la cual posaba tranquilamente su cuervo Kasugai, este traía un pequeño rollo de papel atado a su cuello con una cinta de color blanco, al acercarse completamente, el animalito levanto su cabeza para que le fuese mas fácil a su amo desatar la carta. 

El chico miro  aquel papel y, luego de una pequeña caricia en la cabeza de su ayudante, poso toda su atención en aquella escritura. 

Abrió la hoja y miro con curiosidad las palabras de esta. 

...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora