Número uno.

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Al inicio de la primera clase, un chico escribía algo en su cuaderno. Algo que, claramente, no tenía nada que ver con la clase.

De repente, llegó un chico de otro salón, parecía apurado. Y si lo estaba, tenía sus motivos, pues llegaba tarde.

Corrió a su salón y entró a toda prisa, mientras el primer chico mencionado lo veía con atención. Era su amigo.

Dos chicas que se sentaban cerca de él no pasaron por alto la forma en que miraba a aquél chico, así que comenzaron a comentar sobre la situación de una forma poco discreta.


—Seguramente le gusta. —Comentó una de las dos chicas.

—Es lo más probable. —Dijo la otra, riendo un poco.


El chico las escuchó y se volteó a verlas algo molesto.


—¡Por supuesto que no me gusta! —Exclamó mirándolas con unos ojos penetrantes.


Se volvió de nuevo a su libreta tratando de calmarse. Cambió de página y comenzó a escribir algo más. Lo único diferente esta vez fue que arrancó la hoja y la dobló, después la puso en un sobre y lo escondió bajó su lapicera, esperando que los compañeros que habían visto sus acciones se hubieran olvidado de ellas.

Esperó hasta que llegó el recreo, en el que todos bajaban al patio de la escuela para practicar deportes o ver a sus compañeros de otros salones. Y como era costumbre, él bajó a jugar fútbol con sus amigos, pero esta vez bajó con el sobre que había preparado. Se acercó al chico, su amigo, que había visto en la mañana y esperó a que se distrajera un poco para dejar el sobre entre sus cosas.

El juego de entrenamiento fue bueno, se divirtieron todos juntos.

Al terminar, fueron a tomar sus cosas, pues el recreo se había terminado. El chico del sobre fue antes que los demás por sus cosas para retirarse antes que los demás. No quería pasar por una situación incómoda.

Por su parte, su amigo fue por sus cosas tranquilamente, como era todo siempre. Normal.

O así hubiera sido si no hubiera notado el sobre que había ahí. Lo abrió. Era una carta. Leyó cuidadosamente las pocas palabras que venían dentro, algo confundido.

Decía:


"Te amo, y eso me desespera.

Lo siento.


Atentamente: Un conocido tuyo."


Él se preguntó: ¿un conocido suyo?...

Amores adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora