Capítulo 24: Pinchazo

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Ese momento fue algo demasiado increíble para mí. El tiempo parecía detenerse, parecía no tener sentido. Todo parecía tornarse oscuro, completamente silencioso.

No podía creer lo que acababa de escuchar, no quería aceptarlo. Mis oídos, aquellos que creía que estaban en perfecto estado, los culpaba de una de las cosas más terribles que podía suceder en el mundo.

Que la doctora White dijera eso fue... completamente sepultador. Una ráfaga de miedo entró en mi cuerpo y no pude evitar sentirme enteramente herido.

—¿Qué? ¿Qué... Qué quieres decir? —empecé balbuceando.

—Yo soy la responsable de que ustedes perdieran a su bebé —insistió.

Inmediatamente negué con la cabeza, completamente aturdido de lo que estaba pasando. Me levanté del asiento con rapidez para intentar liberar un poco de tensión.

—No, eso no puede ser, no —dije una y otra vez, mientras hacía el gesto de negación.

Pase las manos por mi rostro de abajo hacía arriba mientras empezaba a caminar por toda la habitación. Estaba muy inquieto. Quería que fuera una maldita broma.

—Lamentablemente sí lo es —escuché su voz quebrarse

—¿Pero cómo? ¿Por qué? —pregunté intentando encontrar sentido alguno.

—Cuando Ximena me vino a visitar por unas molestias, me acababan de informar que mi padre había fallecido. No quería ver ni saber nada de nadie, así que, cuando llegó, me apresuré a que la consulta terminara... Si la hubiera revisado como debía, hubiera notado un hemotoma en la parte baja de su vientre, lo que hubiera significado que debía suspenderle sus anticoagulates, así evitando que tuviera ese aborto.

Mi estado desconcertado pasó a uno de molestía, de furia. Quería gritar en ese momento, sacar toda la frustración que sentía por dentro. Quería encontrar un culpable, y ese culpable estaba enfrente de mí.

—¿Por qué...? ¿Por qué me estás diciendo esto ahora?

—Necesitaba hacerlo. No podía dormir por la culpa, no podía aceptar que había fallado —alejó su vista de mí.

En ese momento no dije nada. No podían haber palabras para poder describir lo que sentía. Quería gritar, reprocharle, condenarla por lo que había ocasionado.

—Ahora estás en todo tu derecho de demandarme —continuó—. Puedes pedir lo que quieras. Que me despidan, que me reubiquen o incluso que me quiten mi licencia medica. Eso dependerá de la junta médica.

Al escuchar como ponía su vida y su futuro en mis manos, tomé la decisión de respirar profundamente, ya que no lograría nada si me alteraba, y solo podía empeorar la cosas. Di una respiración profunda y estiré mis manos.

—No quiero quitarte tu licencia médica porque, gracias a ti, dos de mis hijos nacieron y están en perfecta salud, pero no quiero volver a verte —sentencié.

Ella asintió con la cabeza sin decir absolutamente nada. El silencio en la habitación era ensordecedor. No podía haber cabida para algo más. Nadie se merecía esto.

Tomé rumbo a la salida del consultorio. No quería saber nada más, solo quería empezar a hacer lo que le había pedido,

—Sebastián —dijo de una.

—¿Sí? —dije cuando me detuve en la puerta.

—¿Le dirás a Ximena sobre esto? —preguntó temerosa.

—Ximena entró en una muy fuerte depresión y nos costó muchísimo trabajo que ella pudiera salir adelante. No permitiré que ella recaiga, nunca más.

Mi mejor promesa: Anulación (SAGA: Esperanza) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora