"No me toques. Soy impuro".
Un soldado que sirvió en la Guerra de los Cien Años. Los ojos apagados de Jean y su expresión estoica no concuerdan con su belleza etérea.
Aunque parece carecer de emociones, lleva un único y desgarrador deseo en lo más p...
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Hombre: "¡Wow, eso es increíble! Las letras un poco irregulares, seguro, ¡pero le salieron bien!"
Hombre: "¿Cómo aprendió a escribir tan rápido?"
Jean: "Encontré una excelente profesora".
MC: "Espera, ¿qué?"
Hombre: "¡Ah, así que es así! Supongo que es cierto lo que dicen... ¡el amor cambia a la gente para bien o para mal!"
Jean: "...¿Amor?"
MC: "Está sacando conclusiones precipitadas. No estamos..."
Hombre: "Claro, claro, lo que usted diga. ¡No hay necesidad de ponerse tímida al respecto! De todos modos, ¡gracias de nuevo! Nos vemos la próxima vez".
El hombre se reía alegremente mientras desechaba mis protestas, y seguía sonriendo cuando se marchó, con la daga en la mano.
(¡¿Tenías que ir y decir 'amor' así?! No, para, no pensemos en eso, pensemos en cualquier cosa menos en eso...)
MC: "Jean, eso fue increíble. No me había dado cuenta de que ya podías escribir tan bien sin tener que seguir mirando las letras!"
Jean: "Todavía no soy tan bueno como tú".
(Bueno, seguro que tus letras son desordenadas y torcidas, ¡pero yo llevo toda la vida escribiendo! Tú acabas de empezar).
Ninguna otra escritura me había parecido tan hermosa como las que él había escrito con tanta lentitud y esmero en ese formulario.
MC: "Lo conseguirás. Sólo hace falta tiempo y práctica".
Jean: "¿Seguirás enseñándome?"
MC: "Por supuesto. Quiero seguir enseñándote".
Jean: "...Muy bien".
Nuestras miradas se encontraron y se mantuvieron, y algo en su débil sonrisa hizo que mi corazón diera un vuelco.
Era tan raro verle sonreír, y me cautivó tanto que al principio no registré el timbre de la puerta.
(¿Es otro cliente?)
Jean: "¿Hmm?"
Los dos nos giramos al mismo tiempo, y vimos a un chico joven que rondaba por el umbral de la puerta.
Su mirada se desplaza con nerviosismo y algo en la tensión de su mandíbula me puso nerviosa.
Miré a Jean, y cuando él me devolvió la mirada, vi un movimiento repentino por el rabillo del ojo.
MC: "¡Ah!"
El chico se movió rápidamente, agarrando una daga del estante más cercano, y luego desapareció de nuevo, saliendo a toda prisa por la puerta.
