Capítulo 1

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Matar y morir fueron dos enigmas en mi cabeza desde que vi a Gork agonizar en ese callejón. En este instante, mientras la vida del sacerdote se iba a través de la daga que atravesaba garganta.

Él averigua la segunda y yo la primera.

Su destino quedó marcado al sacarme de las calles y mucho antes a través de ese toque en mi entrepierna. Misha Vovk, ocuparía el título de ser el primer bastardo que me enseñó lo que se sentía asesinar y me mostró lo bien que me gustaba.

Mi muñeca hizo un movimiento limpio y perfecto, tal cual como lo había imaginado en varias ocasiones. Soñé con este momento muchas veces. Lo hacia en las noches y cuando escuchaba sus pasos por el pasillo seguido del sollozo de algún pequeño.

Suelto su cuerpo y doy un paso atrás, viéndolo caer de rodillas a mis pies con las manos en la herida. Segundos más tarde todo su cuerpo aterriza en el suelo en posición fetal.

Sonrió y tiemblo a la vez, sin poder controlar o definir lo que recorre no cuerpo. Se asemeja a lo que siento cuando vacío mi vejiga tras contener las ganas por mucho tiempo, pero más fuerte.

El hombre que agoniza a mis pies es visto como un siervo de Dios en la sociedad. Mis compañeros del claustro lo ven como un monstruo que les asecha en las noches. Un demonio que destripa su inocencia y pisotea su voluntad.

Un pedófilo. Asi lo definía el diccionario en la biblioteca en que Carlo y yo habíamos acudido en búsqueda de respuestas. Destruyó la vida de muchos miserables que me acompañaban, pero no lo hará más.

La satisfacción de saber que no perjudicara a otro infortunado solo es superada por el éxtasis de haber descubierto lo que se siente asesinar. Seré el más maldito de todos, pero lo único que siento al verle morir lentamente es... alegría.

De su garganta brotaba sangre a borbotones, que intentaba de forma torpe impedir apoyando sus manos en la herida. Se notaba la desesperación por vivir. Solo que ya no era posible, Misha Vovk, el sacerdote de 55 años ya no tendría otra oportunidad.

Por un momento nuestras miradas se topan y le sonrió. Fui su mejor alumno, el preferido solía decirme ¿Qué dirá en este instante? Al final, el trajo a quien se convertiría en su verdugo.

—Esto es por Viveka —le digo sosteniendo la daga en mis manos y señalándolo con ella —por Carlos, Nicolás, Viktor, Liliya, Vicenzo —menciono —¿Los recuerda?

No hay rastros de nada en su rostro, sus ojos se van opacando lentamente. Es el segundo hombre a quien veo morir, el anterior tuvo la suerte de defenderse, Misha no lo merecía. Fue atacado a traición, de la misma manera que él lo hizo a tantos.

—Mijaíl —balbucea y niego.

No tengo un nombre, ni padres, madres o familia. Muchos me llaman Noah y gracias al anciano dueño de una panadería que me obsequió el nombre de su hijo fallecido y que, de vivir, tendría mi edad. Soy lo que muchos llaman huérfano, otros bastardo, escoria o miserables.

La gran mayoría de esos calificativos, lo soy. Hoy lo descubro.

Saco del bolsillo de mi camisa un pañuelo con el que limpio la daga, mientras lo veo dar su último aliento. Los recuerdos de cómo me escapé del primer orfanato por maltratos y mala alimentación llegan a mí.

Contaba con tan solo siete años, cero inocencia y muchas ganas de sobrevivir. La vida de un huérfano está cargada de odio y decidía, gracias a una sociedad que actúa como si no existiéramos.

Nada ni nadie me había preparado más que los golpes recibidos por la madre Zaira y los azotes de Dara. La encargada de la despensa. Ambas mujeres forjaron mi carácter o ya estaba allí y ellas solo lograron sacarlo a luz.

Noah (Saga Angeles y Demonios #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora