Prólogo

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Ya era mitad de año cuando me cambiaron de instituto. Me preguntaba qué instituto aceptaría a alguien en este punto del año, especialmente considerando que tenía un historial problemático en mi antiguo instituto. Mi expulsión anterior se debió a que mis ideas eran diferentes de las de los demás; simplemente, no las compartían. ¿Por qué? Porque soy una persona única, con mis propias opiniones.

El único instituto que me aceptó fue considerado mediocre, pero su enfoque se centraba en la transformación de las personas. Ironicamente, en mi antiguo instituto, recomendaron a mis padres inscribirme aquí porque el director les aseguró que habían ayudado a muchos chicos como yo a cambiar, aunque no estoy seguro de a qué se refería con eso, y no es algo que me importe demasiado. De cualquier manera, aquí estamos.

Fui trasladado a un nuevo lugar y mis padres me compraron un departamento. Hoy es mi primer día aquí, el 5 de agosto.

Mi alarma sonó, marcando las 6:30. Me levanté de mi cama algo perezoso. Me duché y me cambié con el nuevo uniforme. Fui a prepararme un café; ese sería mi desayuno. No tenía muchos ánimos de nada. Después, revisé mi mochila para ver si tenía todos los cuadernos. No sabía qué me encontraría en este nuevo instituto, pero de algo estaba seguro, y eso era que me iba a divertir mucho, a pesar de que mis padres me dieron un ultimátum: esta sería mi última oportunidad de cambiar y tener nuevas perspectivas, y eso estaba más que claro.

Salí de mi departamento, cerré con llave la puerta y me dispuse a comenzar esta nueva vida. El instituto estaba a solo 6 cuadras de mi departamento, lo cual no era muy lejos, así que decidí caminar tranquilo.

Llegué al nuevo instituto y me encontré frente al portón, en el cual, arriba, estaba el nombre del instituto: 𝘳𝘦𝘯𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘢 𝘷𝘦𝘻. Un nombre bastante peculiar; cualquiera pensaría que es un lugar donde hacen exorcismos o un lugar católico, pero no.

Entré y fui directo a la oficina del director para entregarle mi boleta de inscripción.

—Bueno, creo que sería todo.

—Muchas gracias, director. No sé si podría llevarme a mi nueva aula, ya que soy nuevo y no estoy familiarizado con este instituto.

—No se preocupe, ya hay un voluntario para mostrarle su aula. No debería tardar."

No había terminado de hablar el director cuando un chico entró con su uniforme y un suéter, y venía con las manos en los bolsillos de su pantalón mientras se comía un bombón. Ese semblante solo podía darlo el chico popular, pero como el chico popular sería voluntario, algo no cuadraba.

—Hola, buenos días, director, ya estoy aquí.

—Hola, buenos días, Marcos. Él es Cristian, nuestro nuevo alumno. Llévalo a su aula y hazle un recorrido por toda la institución.

—Está bien, Director. Bueno, es hora de irnos —Dijo Marcos mientras movía la mano para que lo siguiera—. Nuestra clase está a punto de empezar, así que date prisa.

—Está bien, vamos a la misma clase.

—Sí, B2, estamos en la misma aula.

—El recorrido de la... —No pude terminar de hablar cuando él me interrumpió.

—Te lo daré en el receso.

—Bueno.

Fue lo último que dije. Subimos por unas escaleras, doblamos a la izquierda y ahí estaba mi nueva aula. Entramos, pero la clase ya había comenzado.

—Disculpe, profesor —Dijo Marcos, tocando la puerta para que nos diera permiso para entrar.

—Entren, chicos. Marcos, ve a sentarte en tu puesto. Tú eres el alumno nuevo, ¿verdad? Por favor, preséntate.

¡Posesivo! [𝗕𝗟]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora