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Esto no es real.

Esto no es real.

Esto. No. Es. Real

Pero ahí, frente a él, estaba aquel joven noble misterioso que horas antes había sido un gato frente a sus ojos. A su lado, el rostro de Hongjoong parecía entretenido, aunque angustiado, ambos estaban alejados de él, que seguía recostado en la gran y fina cama, el dolor en su cabeza y la pesadez de sus ojos le decía que había estado inconsciente por algunos minutos. Estaba comenzando a sentir taquicardia.

—¿Te sientes bien?

El joven le habló, la preocupación marcada en su voz y facciones. Hizo amago de acercarse y su único instinto fue lanzarle una almohada con todas sus fuerzas hacia su dirección.

—Creo que es un no.

Hongjoong recibió una mala mirada por parte del noble ante su comentario, pues la almohada había impactado directamente en su rostro hasta escurrirse en el suelo.

—¡No se acerquen! —exclamó. El noble dió un pequeño paso hacia atrás, con sus manos escondidas en su túnica. A su lado, Hongjoong sacó de los bolsillos de su pantalón un palo de madera delgado y largo, sin pronunciar palabras apuntó hacia la almohada en el suelo, que se elevó sin ningún tipo de ayuda y aterrizó delicadamente sobre la cama.
Claro que no gritó, pero un sonido estrangulado salió desde el fondo de su garganta. El noble miró al otro con reproche al haberlo asustado.
Una vez más, comenzó a hiperventilar.

—Estoy loco, ¿Cierto? Estoy muerto, tengo que estarlo. No pue-

—YeoSang. —escuchó su nombre ser llamado, pero su estado no le permitía ser consiente de nada, estaba al borde de un ataque nervioso. —¡Yeosang!

Sintió unas cálidas manos acunar sus mejillas y sacudirlo levemente para reaccionar. Dejó de hablar para sí mismo y parpadeó, enfocando su mirada para ver los ojos castaños que estaban frente a él. La mirada del joven noble se sentía extrañamente familiar. Y como no, sino estaba loco y lo que había vivido era real, aquel hombre era su gato.

Se sintió reconfortado. Aunque el miedo seguía ahí.

—no te haremos daño. Jamás lo haríamos. —le habló dulcemente. —dejanos explicarte, por favor.

Tragó saliva y no dijo nada por algunos instantes, respirando profundamente. Ni siquiera debería dejar que lo estuviese tocando, pero no podía, el toque se sentía familiar y seguro.
Asintió.

—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Eres... Peludito?

El noble pareció avergonzado por eso último, retiró sus manos y se mantuvo lejos, pero sentado en la cama. Hongjoong seguía en el fondo de la habitación, había guardado aquel palo extraño y solo observaba. Asintió.

—No estás loco. No te haremos daño. Estás seguro aquí. Sabes que puedes confiar en mí, ¿Cierto?

Tragó saliva, sintiendo el tacto fantasma de las calidad manos del joven en sus mejillas, justo en el lugar dónde había tocado con cuidado hace segundos.
Piensa con la cabeza fría. Pensó para sí mismo. A pesar de la extrañeza de la situación, ese era su gato. Al menos, lo había sido, su único compañero y amigo por un largo tiempo. No podía hacerle daño, al menos eso quería creer.

Además, ¿Que otra cosa podría hacer más que confiar? Su vida estaba arruinada, las personas de su pueblo lo querían muerto y ya no podría regresar a su hogar ni a su tienda. Evitó soltar un suspiro de tristeza ante el pensamiento.

—Te creo, pero esto... No lo entiendo. —lo miró a los ojos. —explícalo claro y rápido, por favor. De lo contrario, siento que me desmayaré otra vez.

La sangre de un mago »jongsang« [three-shot] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora