Capítulo 4

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El tiempo pasaba más deprisa de lo que quería, y la universidad había comenzado. Este es mi segundo año en la carrera de bellas artes. Siempre supe que esta era mi carrera ideal. Recuerdo que cuando tenía poco más de cinco años siempre intentaba dibujar cualquier caricatura que apareciese en la televisión, como "Doraemon" o "Jake el perro".

En la universidad tenía a dos de mis grandes amigos, Jackson y Pol. Únicamente los veía en el ámbito académico, pero se habían convertido en dos pilares fundamentales para mí.

—¡Ann! ¿Cómo te ha ido el verano?

—¡Jackson! Qué alegría volver a verte. Más movidito de lo habitual —respondí rodeándolo entre mis brazos— ¿Y el tuyo?

—Ya sabes, lo mismo de siempre. Fui a España a ver a mis primos. Solo accedí por la famosa tortilla de patata.

Reí ante ese comentario. Nunca he probado la tortilla de patata. Jackson siempre la menciona, creo que es alguna droga española, o al menos se le agrandan las pupilas de sus ojos verdes cuando habla de ella.

—¿Has visto a Pol ya? Llevo aquí diez minutos y no aparece.

—¿No te has enterado? —dijo mientras me miraba a los ojos— Pol ha dejado la carrera. Me confesó que había entrado en la carrera porque confiaba en echarse novia. Este verano se dio cuenta de que era gay y se metió a artes escénicas.

—Vaya, eso sí que es un buen un plow twist, haré como que no sabía que era gay y seguiré caminando.

El primer día del segundo curso no fue nada del otro mundo. Nuevos profesores, pero el temario era el mismo.

Ya en mi casa decidí enviarle un mensaje a mi chico de ojos claros.

YO: ¡Hey! Hoy ha sido mi primer día del segundo curso en la universidad. Ha sido bastante rutinario. Me he encontrado con mi amigo del alma Jackson y me ha puesto al día con las noticias. ¿Qué es de tu vida? Te echo de menos. Estoy sentada escribiéndote esto en la cama dónde dormimos la noche de la cascada. Tengo que dejarte, llaman al timbre, te escribo más tarde. Besos :)

Hundo mis pies en las zapatillas de casa y abro la puerta principal. No sé quién podría ser, no estoy esperando a nadie y Carlota está trabajando. Por favor, que no sean mis padres, tengo todo hecho un desastre.

—Qué tal está mi compañera de viajes a la luna. ¿Puedo pasar?

—Estás en tu casa. ¿Te apetece un refresco? —invité a pasar a Mike.

—Lo siento, estoy un poco liado hoy. Solo venía a decirte que, mis padres, piensan que hemos vuelto o algo así, ya sabes, después de que el otro día volvieses al hospital...

—¿Y no les has podido decir que no?

—Anya, te juro que lo he intentado, pero como Óscar se puso tan feliz al verte... ellos también lo estaban. Venía a decirte que quieren que te vengas a Oslo en navidad. Solemos ir todos los años, y quieren que lo conozcas.

¿Ha dicho Oslo? Creo que no, es imposible. Quiero decir, para mi Oslo está fuera de mi alcance, es muy caro, está muy lejos, no puedo permitírmelo.

—¿Estás bien? —me preguntó mientras me movía la mano cerca de la cara.

—Pero, Mike. Es muy caro, no, no puedo permitírmelo. Además, no somos pareja, no podemos mentir así a tus padres.

—Te lo suplico, solo será hasta navidad, o hasta que Óscar mejore. Quizá sea antes del viaje. Además, nosotros pagamos todo. Acéptalo.

¿Debía aceptar? Nunca he ido a un sitio que esté tan lejos, por lo que podría aprovechar a despejarme un poco, pero, ¿y si esto va más?

—Vale, pero después prométeme que se lo contarás a tus padres, Óscar es muy pequeño para entenderlo.

Aquel chico llamado perfección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora